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Crónica:FÚTBOL | IDA DE LA SUPERCOPA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Decidirá el Bernabéu

El Madrid, que aún necesita muchos ajustes, logra un resultado que invita a la esperanza ante un Sevilla mucho más rodado y seguro

Se veían de nuevo las caras Juande Ramos y Schuster tras la final de la Copa del Rey. Y lo hacían también en una final, esta vez, de ida y vuelta. Así que el técnico alemán, como la Supercopa se terminaría por decidir en el Santiago Bernabéu, decidió jugar de inicio con doble pivote en el Sánchez Pizjuán, con Gago y Diarra, sacrificar a un delantero y dejar a Raúl como único punta.

A pesar de las precauciones de Schuster, el Sevilla empezó apretando, presionando con afán ( ojo a Keita, nuevo en la medular de los de Nervión) y metiendo mucho miedo con un golpe franco directo de Duda, una galopada de Navas y un disparo envenenado de Luis Fabiano que salvó Casillas con una mano milagrosa. Robinho, que parace más maduro y formado tras su exitosa Copa América, fue el primer jugador de blanco que se reveló ante la asfixiante presión del Sevilla y logró dibujar alguna buena jugada por la izquierda. Al rato, un robo cerca del área de Raúl le dejó frente a frente con Palop, pero el duelo se decantó hacia el portero sevillista, que ya lleva mucho tiempo demostrando que es un guardameta excepcional. No se dormía el Madrid.

Tras el enrabietado inicio del Sevilla y la orgullosa respuesta blanca las cosas comenzaron a igualarse y el juego, muy disputado en el centro, entró en los surcos que marcaban las distintas estrategias. La del Sevilla, bien conocida, presión y orden en retaguardia y rápido despliegue en ataque. La del Real Madrid, aún por descubrir de forma definitiva esta temporada, se limitaba a pasar por el partido sin tomar demasiados riesgos y con intención de mantener siempre opciones de victoria. Hasta que en una contra del Sevilla Sergio Ramos cometió penalti sobre Duda cuando éste se encontraba sólo ante Casillas, y Luis Fabiano no perdonó desde los once metros. Era lo peor que le podía pasar al Madrid, porque el Sevilla, hoy por hoy, tiene un modelo, un estilo muy bien asimilado por todos sus jugadores y, con viento a favor, los de Juande son muy peligrosos.

Sólo Robinho aportaba algo de luz en el ataque del Real Madrid, porque Guti, poco participativo, y Raúl, demasiado aislado en punta, apenas estaban teniendo peso en el partido. Además, mientras que en el Sevilla funcionaban como un reloj las líneas de contención, en el Madrid, los errores en la zaga facilitaban demasiado las cosas a la delantera andaluza, que pudo cobrarse más ventaja antes del descanso si no hubiera mediado un excelente Casillas.

Un equipo formado, el Sevilla; otro en proceso, el Madrid

Julio Baptista entró por Gago y Guti retrasó su posición hasta situarse en línea con Diarra. Schuster buscaba algo más de picante en ataque y se notaron sus intenciones en los primeros instantes de la segunda mitad, en los que el cuadro madrileño miró hacia Palop con mayor decisión. Sin embargo, lo que no pudo corregir el técnico alemán fueron las imprecisiones en defensa; por la izquierda, Duda le estaba dando la noche a Ramos, por la derecha, Alves se comía a Miguel Torres, y por el centro, Pepe y Cannavaro no terminaban de coordinarse. Se medía un equipo hecho, derecho, confiado y con los refuerzos sobre el campo de juego, el Sevilla, frente a otro en proceso, boceto aún, en pleno rodaje y a la espera de nuevos jugadores. Eso si, Schuster, valiente, insistió en la búsqueda del gol, puso en juego a Saviola y dio descanso a Balboa. Pero antes de que el Madrid tuviera tiempo de construir una jugada en ataque, Navas y Luis Fabiano a punto estuvieron de marcar el segundo para los sevillanos.

Mención aparte merece Daniel Alves, un jugador que a pesar de su altísimo valor en el mercado, las ofertas de los grandes de Europa y el excesivo protagonismo vivido en la última semana, demostró una inmensa categoría en un partido que disputó con gran compromiso y profesionalidad sin restar un ápice de esfuerzo. Hoy por hoy, uno de los futbolistas más desequilibrantes y completos. Así las cosas, ni el Madrid, con tres delanteros, ni el Sevilla, agazapado en busca del golpe de gracia, estaban generando ocasiones claras de gol y el paso de los minutos estaba dejando a los sevillanos con una distancia que se antojaba corta para la vuelta y a los blancos con un resultado que invitaba a la esperanza. Es más, el Real Madrid enganchó sus mejores momentos de juego en los últimos minutos y sólo un gran Palop evitó el gol de los blancos.

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