El Madrid regresa a la final
El equipo blanco se impone al Joventut (65-61) en un vibrante final y se jugará el título con el Barça
Dos años después del famoso triple de Alberto Herreros anotó en el Buesa Arena y arrebató una Liga virtualmente ganada al Tau Vitoria, el Real Madrid regresa a la final por el título de la ACB con todo el mérito que le concede haber eliminado al DKV Joventut, un gran adversario que le ha discutido el pase hasta el último suspiro. Los blancos lucharán por el campeonato con su verdugo en la Copa del Rey: el Barcelona. Un broche de oro para una temporada de oro, el del Mundial de Japón. La clausura que se merece un baloncesto como el español y una competición como la ACB.
A la quinta va a la vencida. La semifinal entre los titulares de Vistalegre y del Pabellón Olímpico explotó en el descanso del desempate. La tensión podía palparse. El marcador la retrataba en toda su dimensión (33-32) y los nervios estaban a flor de piel cuando una chispa encendió el fuego. Un roce entre el escocés Robert Archibald y el belga Axel Hervelle dio lugar a un tumulto generalizado en el túnel de vestuarios. La marea de jugadores, técnicos y demás personal que andaba por la zona acabó envuelta en medio de un rifirrafe que los espectadores descubrieron por los vaivenes de la lona que cubre la entrada a los vestuarios de la pista blanca. Los árbitros todavía andaban por el centro de la cancha bajo un concierto de pito del público. El Madrid y el Joventut libraban, sin duda alguna, el desempate de una semifinal ACB, el choque definitivo. Se estaban jugando la final del baloncesto español. Es más, la 'Penya' también se jugaba el pasaporte para la Euroliga 2007-08.
Los hombres llamados al protagonismo, salvo el estadounidense Louis Bullock, apenas se habían dejado ver. Ni Archibald, ni Rudy Fernández, ni ningún otro bastión blanco, a excepción de 'Sweet' Lou, habían encontrado hueco para desplegar el baloncesto que llevan dentro. Pero la hoguera consumía los espíritus. Los blancos, igual que en el cuarto partido, abrieron la tarde lanzados, dispuestos a marcar el territorio, a dejar claro quien llevaba los galones (18-11). Pero esta serie, este Madrid y este Joventut, están cortados por el mismo patrón. Los verdinegros no saltaron al parqué de Carabanchel para oficiar de comparsas. Querían el premio gordo. Y para eso les preparó Aíto. De entrada, con una defensa especial sobre Bullock que dejaba la responsabilidad de parar al escolta madridista en manos de Ricky Rubio mientras el otro gurú norteamericano, Elmer Bennett, asumía la dirección ante una defensa tan intensa, tan contundente y tan esforzada como la del propio conjunto badalonés.
Mumbrú pusó las bases del 18-11 con siete puntos en seis minutos. Bennett equilibró la cuenta del alero y evitó que el desempate muriera antes de tiempo. Un 0-8 supuso la primera ventaja visitante de la tarde (18-19). Una anécdota dentro de una batalla que no había hecho más que empezar. La ambición y la valentía de los verdinegros podía sentirse en los cambios defensivos, en las presiones sobre los saques de fondo, en la tensión de los jugadores. La confianza y la convicción de los blancos en cada acción. Cada balón, cada tiró, cada rebote, cada acierto de unos y otros costaba un mundo. Nada salía gratis porque todos buscaban la final, la posibilidad de jugar por el título. Pero seguía faltando algo.l Faltaba algún talento que asumiese la responsabilidad de lanzarse a por la victoria. Y esos talentos los encontró el Madrid al inicio del último periodo. Golpeó primero Raúl López, un ex verdinegro, con dos triples (39-35), y le siguió Felipe Reyes con una penetración en contragolpe, un tapón y un rebote defensivo de esos que suben los decibelios y regalan una dosis extra de moral a los compañeros.
Emoción final
Pero esta semifinal nació condenada a expirar en el último segundo del último partido (48-50 m.34). Las noticias que llegaban de Vitoria, con el Barcelona veinte puntos por delante a falta de seis minutos (64-84), presionaban al Joventut, al que sólo le valía ganar para disputar la Euroliga de la próxima temporada. El choque rebosaba pasión. Restaban cinco minutos y el choque seguía abierto a todo (51-51). En ese momento crucial, en la hora de la verdad, al Joventut se le mojó la pólvora. Encajó un tiro libre de Raúl López, dejó que el francés Jerome Moiso capturase el rebote del segundo lanzamiento de personal del base y lo convirtiese en dos puntos, que Hervelle barriese la zona con un tapón de tremendos efectos morales y el Madrid ya no dejó que los verdinegros le inquietaran pese a la andanada final de Rudy Fernández (61-59 m.39).
Todavía quedó margen para una clausura desbocada. Para una antideportiva sobre el Joventut en un rebote de ataque, una lluvia de protestas y reproches contra los árbitros por parte badalonesa, una técnica al banquillo de la 'Penya' y, en definitiva, un cóctel de los ingredientes que hacen del baloncesto una experiencia única. Gran semifinal. Gran ganador. Gran perdedor. Gran espectáculo. Baloncesto para disfrutar. Aún queda la final.
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