Empate sin más
Partido aburrido e intrascendente en el que debutó Higuaín y el Betis presentó una leve mejoría
Igual era porque en el Real Madrid jugaban juntos por primera vez demasiados futbolistas, o porque el Betis de Luis Fernández todavía anda en proceso de adaptación, el caso es que los dos equipos tardaron en meterse en el partido, en decidirse a tomar el control, disponible para quien lo quisiera. Equipos en construcción, indecisos aún.
Fue el Betis el que, poco a poco, con un par de saques de esquina y una falta lateral, intentó dominar, de manera tímida, pero suficiente para jugar en campo blanco. Además, Rivera se sentía muy cómodo y sobre el ex madridista fluía con sentido el juego bético.
A los diez minutos, justo en el mismo tiempo de juego en el que Guti se lesionó en Riazor, Roberto Carlos, que ejercía de capitán, tuvo que dejar el campo a causa de una lesión en el gemelo (rotura fibrilar, un mes de baja), pasándole el brazalete a Iván Helguera, cosas del fútbol cambiante. Con Raúl Bravo en el campo, sólo Van Nistelrooy y Sergio Ramos recordaban al Madrid de hace pocas semanas.
Gago, que la pedía y la pedía como el que le pide dinero sin aval a un banco, en fin, sin éxito, consiguió el cuero por una vez y conectó con Higuaín, que remató estupendamente y obligó a trabajar a Contreras. Lo cierto es que cuanta más presencia tenía el medio centro argentino, mejor jugaba el Madrid, pero por alguna razón sus compañeros aún no lo ven, o no lo quieren ver. Y mira que la pide el muchacho. El caso es que el Madrid igualaba al menos en dominio y el partido permanecía en venta para el que lo comprase.
Andaban equilibradas las fuerzas, si, pero fútbol había muy poco y los minutos transcurrían ante el sopor del respetable, tan sólo interesado en observar el cambio de actitud de los suyos, más enchufados y más equipo desde la llegada de Luis Fernández. Lo poco interesante del juego lo ponía Xisco, que entraba con mucha habilidad por la izquierda y envió dos balones de oro al área pequeña de Diego López que ninguno de sus compañeros acertaron a rematar.
Aburrimiento y desánimo
No cambió el escenario tras el descanso, nada nuevo, el mismo fútbol ramplón, la misma escasez de ocasiones, de ideas, idéntico intrascendente devenir. Si acaso, el toque de Rivera o la intensidad de Xisco; en el Madrid, poco que destacar, quizá Higuaín, que tiene una planta estupenda y parece estar siempre presto para el chut. Su experimentado compañero de ataque, Ruud Van Nistelrooy, apenas apareció.
Fernando Gago realizó su primera jugada importante, controlando, girando, recortando, llegando y lanzando, el abecé del centrocampista, buen intento, pero su disparo salió fuera. Faltaban los goles. Y no parecía que los que estaban en el campo fueran capaces de marcarlos, de hecho, apenas había ocasiones, apenas intervenciones de los porteros. Capello puso en juego a Raúl, a ver si la suerte de cara al gol cambiaba y el siete lograba romper la sequía.
Raúl cabeceó con peligro nada más clavar las botas en el césped, pero el desánimo, tanto en el Betis cómo en su equipo, acabó por tragarse cualquier intento ofensivo; el juego era insufrible, el partido parecía interminable, sólo el resultado sin goles ataba a los aficionados a sus asientos, no fuera a ser que se perdieran el gol de la victoria o de la derrota, que nunca se sabe, en el último minuto. Pero no estaba la noche para milagros, más bien para bostezos.
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