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FÚTBOL | 35º jornada de Liga

Adiós a Primera

El Málaga certifica su descenso al perder frente al Racing

"Nos prometisteis el cielo y nos vamos al infierno". Así rezaba ayer una de las pancartas que colgaban ayer de las gradas de La Rosaleda y que vaticinaba el resultado del encuentro. Casi siete años después de lograr el ascenso ante el Albacete en mayo de 1999 en este mismo estadio, el Málaga dijo adiós a la máxima categoría del fútbol español con su enésima derrota como local, ante su gente y dando una muestra más de cómo se tienen que hacer las cosas para caer al pozo de Segunda. Certificó de forma matemática su descenso perdiendo ante un Racing de Santander urgido de los tres puntos para evitar el descenso. Ser uno de los que acompañen al conjunto malaguista en esta caída.

Tras 13 jornadas sin ganar, la derrota ante el Racing certificó lo que era un hecho desde hacía varias semanas, que el Málaga estaba herido de muerte y daba sus últimas bocanadas aferrándose a un milagro que rara vez ocurre en el mundo del fútbol. El conjunto que dirige Manolo Hierro es el primero en descender esta temporada, a falta de tres jornadas para el final, y ya piensa en volver en el menor tiempo posible a Primera, pero para ello deberá evitar el exceso de despropósitos que le han acompañado desde que en Vigo diera el pistoletazo de salida al presente campeonato.

Con 24 puntos, cinco victorias y un cambio de entrenador que incluso empeoró los números del equipo, la suerte estaba echada tiempo atrás para los de Hierro, cuyo futuro pinta negro tras el acoso al que está siendo sometido por su propia afición que no perdona que, tras planificar las plantillas de los dos equipos malaguistas, estos sumen sendos descensos. Bien es cierto, que en la tarde de ayer el técnico malagueño era el mejor blanco sobre el que descargar las iras pues, casualmente, y coincidiendo con el posible descenso del Málaga, las bicefalia malaguista, Serafín Roldán y Antonio Mendoza, se ausentaron del palco. Un ejemplo más de lo que ha terminado siendo este club. "No hemos acertado y habrá que corregir nuestros fallos el año próximo", acertó a decir Hierro al final del encuentro.

Apunto estuvo el Málaga, en su última brazada de desesperación, de prolongar el sufrimiento una jornada más y llevarse al Racing por delante, pues otro resultado que no hubiese sido el triunfo visitante, habría dejado al conjunto de Nando Yosu demasiado cerca de los puestos de descenso. Pero el eterno salvador de los cántabros retornó al banquillo con buen pie, aprovechando que el rival es peor que su equipo y que ambos andan a la par en lo que a errores se refiere.

Y es que el recital de goles visto ayer en La Rosaleda fue sinónimo del recital de fallos de dos equipos que convergían sumidos en sendas crisis deportivas. El golazo de Casquero que adelantaba al Racing auguraba un partido cómodo para el Racing, pero nada más lejos de la realidad. Nervioso, atenazado por la proximidad de los puestos de descenso, el equipo santanderino dio alas a un Málaga que remontó el tanto inicial, pero que terminaría cumpliendo religiosamente con su papel de colista tirando por la borda su remontada.

El conjunto del vilipendiado Hierro dio la vuelta al marcador en apenas cinco minutos merced a la fragilidad defensiva del rival. Alexis, que abandonará el Málaga este verano, hizo su primer doblete aprovechando sendos centros de Gerardo por la izquierda. Primero de cabeza y más tarde solo en el área pequeña alegraba momentáneamente a los pocos sufridores que siguen asistiendo al estadio malaguista.

Eso sí, lo que le quitó al Racing en la primera mitad, se lo devolvió nada más reanudarse el segundo tiempo. Y es que entre el central malagueño y Arnau se hicieron un lío en un balón sin peligro que terminó robando Antoñito para devolver las tablas al marcador.

Ambos conjuntos se empeñaban en hacer regalos a su adversario, y en esas estaban cuando el colegiado del encuentro quiso participar de un partido que, de malo, había adolecido incluso de tensión. Pitó el trencilla un penalti riguroso que tiró Antoñito, paró Arnau, pero que aprovechó Juanjo para devolver la remontada al rival.

El Racing volvía a saborear una victoria siete partidos después y en la cara de los jugadores del Málaga se dibujó, tras el pitido final del colegiado, esa extraña mueca que le queda a todo futbolista cuando debe digerir un trago tan amargo como el descenso.

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