_
_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | 35º jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Lotina recompone a tiempo el equipo y logra las tablas

Aunque casi de manera involuntaria, Zaragoza y Espanyol empataron en La Romareda. El valiente sistema táctico que planteó Lotina fue inofensivo. Quizá porque sin De la Peña, sin sus asistencias meritorias y su hincapié en hacer circular el cuero con fluidez, el equipo se descompensa. El Zaragoza, instalado en la zozobra absoluta porque el campeonato liguero le parece tan tedioso como desabrido por su sosegada posición en la tabla, juega a verlas venir. Ni siquiera se concentró en tomarse la revancha de la reciente final copera. El partido de hoy sólo lo animó Savio y lo recompuso Lotina.

Se presumía ofensivo el esquema del Espanyol, un 4-3-3. Pero no lo fue porque siete futbolistas estuvieron siempre por detrás de la pelota y porque faltó Iván de la Peña, el único jugador del plantel que puede hacer de conexión entre el centro del campo y los delanteros. Ni siquiera el hecho de poblar la delantera con la idea de que alguno cazara esos balones que prolongaban los laterales, le sirvió al equipo para paliar la deficiencia del último pase.

También falló la medular; la presión asfixiante del Zaragoza a los tres medios les exigió que tocaran rápido, que antes de recibir ya tuvieran claro el siguiente destinatario, que intuyeran el lugar donde estaría el compañero. Cosa difícil porque la novedad del dibujo impedía los automatismos, tan determinantes como básicos para destilar un fútbol expresivo y eficaz. Y Costa, Fredson y Moisés Hurtado, la segunda línea blanquiazul, no destacan por su primer toque. Cuando salió Juanfran y el equipo retomó el 4-4-2 con extremos, el Espanyol volvió a jugar.

Que en el Zaragoza el futbolista con más ganas de agradar fuese Savio, quien anunció su marcha del club para volver a Brasil con su familia, es sintomático. El brasileño fue el más incisivo de los blanquillos; sus múltiples movimientos de cadera desestabilizaron a Sergio Sánchez, su pareja de baile. Sus carreras hacia el interior, además, encontraron a los dos delanteros. Uno, Diego Milito, se sabe mover con excelencia entre líneas para recoger esos cueros y dar juego. El otro, Ewerthon, que ha aprendido a desmarcarse, aprovecha su velocidad. Así llegó el gol.

Los tres se buscaron y entre los tres la liaron. Pero ahí se acabó el Zaragoza y, de paso, el físico de Savio. Entonces, Lotina recompuso al equipo y Jarque, a la salida de un córner, selló un empate muy valioso para el Espanyol.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_