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Crónica:Fútbol | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Villarreal entra en el olimpo

El equipo de Pellegrini elimina al Rangers en un partido heroico que termina con el público ovacionando a ambos conjuntos

No pudo haber metáfora más hermosa. La del honrado Arruabarrena, el símbolo de todo el sueño, que arrancó con él en Segunda División, en 1997, y que ayer protagonizó la cita más gloriosa de la historia del Villarreal. Primero en el fallo que alentó que se adelantara el Rangers. Después en el tanto que marcó el propio lateral izquierdo, el del empate y la clasificación para cuartos. Eso sí, tras una jugada maravillosa al alcance de los más grandes. Riquelme, por supuesto. Se deshizo de tres adversarios para imaginar el gol más importante de este pequeño club castellonense. La clasificación fue heroica, con el Villarreal aguantando hasta el final las embestidas del entusiasta Rangers, que dio, a su estilo, una lección de orgullo y determinación. Para premiar a su excelente público, que acudió en masa al Madrigal y pagó precios desorbitados. La hinchada local se contagió de esa pasión y acabó el choque de pie y emocionada ante la exhibición de ambos conjuntos.

Una vieja ley del fútbol dice que si un defensa no sabe jugar el balón, lo lance largo. No hizo caso Peña, que le dio un pase comprometido a Arruabarrena. Ni éste, que quiso devolvérsela y se la entregó a un contrario. Fue el inicio de una cadena de errores defensivos que culminó el portero Viera cuando no blocó un disparo cuyo rechace lo remató a placer Lovendkrands. El Rangers había impuesto su mayor densidad en el centro del campo, donde Burke, el interior derecho, desbordaba con cierta asiduidad, como en la ida. El Villarreal se pasó media hora sin saber qué carta jugarse. Sin presencia en el centro del campo, sin entradas por las bandas. Nada. Senna, Tacchinardi y Josico, los tres en línea en la divisoria, apenas incidieron en el juego. El balón se convirtió en una ardilla. Todos los saltos, todos los rebotes, cayeron del lado escocés. La desesperación la retrató Josico en una entrada con intención de enseñar los tacos que le costó la tarjeta amarilla. Vigilado Riquelme por hasta tres defensores, la única sensación de poderío la dio Gonzalo Rodríguez cuando arrancó desde su defensa, tras un córner del Rangers, y le entregó un pase por el centro a Forlán. Pero el uruguayo disparó al muñeco, al cuerpo del portero Waterreus en su salida. Ya se sabe que Forlán carece de la finura del curso pasado. Y también José Mari, derrotado en cada uno contra uno. De ahí que Pellegrini recurriera a Guille Franco tras el descanso.

Pellegrini quiso recuperar su esencia, es decir, el balón, y de ahí los cambios. Entraron Font y Guille Franco, dos notables con el cuero. Senna volvió a su posición: el medio centro. Tacchinardi se creció. Y se hizo la luz. Tres minutos tardó Riquelme en demostrar quién era el mejor en el campo. Él, claro. Pisó la pelota en el pico derecho del área. Atrajo a los tres defensores de rigor y, entre los tres, encontró un hueco. Un pase que dejó solo a Forlán en el extremo. Su centro raso pasó por toda la línea del área pequeña hasta que, en el segundo palo, Arruabarrena, resarciéndose del gol concedido, marcó con la izquierda.

El Villarreal recuperó la pausa, el gusto por que el balón silbara a ras de suelo y en eso influyó Font, que supo lo que necesitaba su equipo. Tocar y tocar. Imponer su superioridad técnica. Hacer correr al Rangers. Y remacharlo. Lo que pudo hacer Guille Franco en dos remates muy cercanos sin decisión, pensando tal vez que estaba en fuera de juego. El Rangers también volvió a sus orígenes cuando McLeish introdujo a Boyd como target man. Ahí estaba Gonzalo para dar un recital en el corte. La eliminatoria estuvo en el alambre, sobre todo porque Burke siguió sirviendo buenos centros desde la derecha. Y porque Forlán no parecía dispuesto a aprovechar algún contragolpe. La defensa amarilla, además, ofrecía grietas por todas partes. Volvió a rugir la hinchada del Rangers. A falta de cinco minutos, Pellegrini suplió a Riquelme y el as argentino recibió una ovación estremecedora. No tanto como la que hubo tras el pitido final. Ambas hinchadas en pie aplaudiendo varios minutos a los héroes de la noche. Los 27 jugadores.

Los jugadores del Villarreal celebran el pase a cuartos de final de la Liga de Campeones.
Los jugadores del Villarreal celebran el pase a cuartos de final de la Liga de Campeones.REUTERS

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