El Getafe respira a costa del Betis

Mes y medio después de su victoria, la última, sobre el Espanyol (5-0), el Getafe respiró de lo lindo cuando Paunovic, de cabeza y cruzando el cuero, batió a Contreras. Le bastó para doblegar a un Betis inoperante, que enseñó muy tarde las fauces. Cuando lo hizo, mediada la segunda parte, le entró el canguele a todo el personal, salvo a Luis García, otra vez el portero titular para desconcierto de la grada, que en temporada y media ha visto cinco arqueros en Primera.

En un visto y no visto sacó una mano providencial a un trallazo lejano de Luis Fernández, desvió con la mirada un chut seco y raso de Edu desde el balcón del área y despejó con el pie, como estilan sus colegas de trabajo de balonmano, otro tiro envenenado de Luis Fernández, que burló una maraña de piernas.

Hasta entonces, el Betis, que a trancas y barrancas se mantiene vivo en dos competiciones, adoleció de espíritu ofensivo. Gran error, pues apenas inquietó a los centrales del Getafe, Tena y Pulido, una pareja inédita que Schuster se vio forzado a colocar en el césped por las ausencias por tarjeta de Matellán y Belenguer. Les faltaba la cesta para pensar que andaban de picnic.

Mientras no pensó en amarrar el resultado, el Getafe bailó a los verdiblancos. Concentrado desde el sábado por la trascendencia del partido, el más importante de la campaña según el vestuario, salió a muerte a por los tres puntos. Gavilán y Cotelo desbordaban por ambas bandas, la presencia de Diego Rivas dejó en nada a Rivera y Arzu —cabeza de turco, Serra Ferrer le cambió por Tardelli al descanso— en el mediocampo y Güiza volvía locos a los zagueros. Las ocasiones se intercalaban, como un tirazo de Pernia al larguero. Entretanto, de Dani y Joaquín, ninguna señal de vida. Cuando reaccionaron, Puentes Leira había pitado el final de un duelo que deja a los madrileños a un paso de la permanencia y a los sevillanos, sin aliento, a dos puntos del descenso.