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Crónica:FÚTBOL | 24ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El fútbol del Sevilla no se cansó

El equipo andaluz superó el desgaste de la UEFA y se impuso al Celta

El Sevilla se gustó al principio, contemporizó en la mitad del tema y a duras penas sobrevivió hasta el final del partido que le dio ayer una victoria golosa sobre el Celta, que le había endosado cuatro 0-1 consecutivos en Nervión y con el que compite para obtener una de las plazas que dan derecho a participar en la Liga de Campeones.

Había dicho la víspera Fernando Vázquez que quería un ritmo alto de partido para intentar sacar provecho de la fatiga que debería de colgar como plomos de los músculos de los sevillistas, tras jugar a 15º bajo cero el miércoles en Moscú y, sobre todo, después de más de una decena de horas de chárter desde Sevilla. Lo mismo no se lo dijo a sus futbolistas —y las buenas ideas, como otras proezas, no son nada si no se comparten—, ya que en la primera mitad pareció que los que necesitaban una buena siesta fueron los del Celta.

El Sevilla fue dinámico y su fútbol también. No se trató únicamente de demostrar pulmones y una bonanza de glóbulos rojos envidiable. Sus cabezas iban más rápidas que sus piernas, que el balón y, por supuesto, que sus contrincantes.

El dinamismo táctico fue lo mejor de los sevillistas. Una vez que el equipo parece haber recuperado la confianza en su defensa gracias al regreso de Javi Navarro, el equipo se estira y se encoge con una fe colosal. Alves sigue siendo un jugador heterodoxo, pero está en un momento de forma tal que esconde el no tan bueno de Navas. A la hora de centrar y porque dio una lección de desborde y recursos en la segunda mitad.

La banda derecha fue la preferida por los sevillistas para hacer daño. Muchos fueron los centros que de allí salieron al corazón del área. Pero fue la izquierda el ala que trajo el gol de Saviola. Adriano vio a los defensores del Celta en perfecta formación. Pero también intuyó su esclerosis. Intentó el brasileño romper la línea con un autopase, pero éste le recogió Saviola —tras una preciosa e inteligentísima carrera en diagonal— que disparó cruzado con la izquierda ante la salida de Pinto. El argentino estuvo colosal durante toda la primera parte. Corrió, se desmarcó por una lado y por otro, robo balones en el centro del campo para después salir como un tiro hacia el área contraria.

El Celta no se aclaró en la primera mitad. Apenas dispuso de una oportunidad clara de marcar en el primer tiempo. A los dos minutos del tanto de Saviola, la defensa sevillista se confió y creyó que Baiano estaba en fuera de juego y no era así. El delantero brasileño tiró raso y duro pero fuera de la portería. El Sevilla llegó a prestar el balón, algo que el equipo de Vázquez suele hacer requetebien.

La segunda mitad empezó con el citado Baiano a punto de nuevo de marcar. En esta ocasión fue Palop el que se lo impidió. A media hora del final, Vázquez puso a Perera sobre el terreno de juego y el equipo lo notó. Como notó el cambio de dibujo a un clásico 4-4-2.

Al Sevilla se le empezaba a arrugar la frente. Había dominado claramente pero no había logrado lo suficiente como para vivir a gusto los minutos finales, esos en los que se acuerda uno del angosto espacio entre asientos de los vuelos chárter. Para colmo, el árbitro recuperó cinco minutos. Cuando ya no quedaba táctica, —ni dinámica, ni estática— ni fuerzas, ni siquiera ganas de jugar, el Sevilla se fue a descansar feliz. Y el Celta triste por haberlo hecho en la primera mitad.

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