El Atlético funde al Barça
El equipo rojiblanco, con Torres asumiendo el papel de líder, alcanza la perfección frente a un líder desmejorado y desfondado
Hay partidos cuya suerte está escrita y se pliegan irremediablemente al guión sin reparar en las circunstancias, incluso cuando en juego está un récord, como era el caso ayer, día en que el Barcelona aspiraba a sumar su victoria número 15, al igual que el Madrid de Di Stéfano en el ejercicio 1960-61. No pudo alcanzar la marca porque en su camino se cruzó fatalmente el Atlético, un equipo imposible para el Barça, que sólo ha perdido dos encuentros del campeonato, ambos contra el equipo rojiblanco, el mismo que chafó la fiesta del centenario azulgrana, firmó el finiquito de Cruyff con un doblete y el último que había ganado en el estadio en un partido de Liga.
No hay equipo más cenizo para el Barça que el Atlético ni se cuenta un delantero al que le vaya mejor el Camp Nou que a Fernando Torres. El Niño fue de nuevo el hombre del partido. Metió dos goles y fabricó el tercero en una actuación solemne porque funcionó igual de bien al ataque que al contraataque, con la pelota y sin ella, siempre un cuerpo por encima de cualquier otro futbolista. El Niño certificó el triunfo de un Atlético que se encontró cómodo por la fatiga del Barça, que el jueves se quedó fuera de la Copa. Ya desvencijado por las ausencias y muy zurrado de partidos, el Barcelona se complicó un poco más un encuentro ya de salida muy difícil.
BARCELONA 1 - ATLÉTICO DE MADRID 3
Barcelona: Víctor Valdés; Gabri, Puyol, Oleguer, Sylvinho; Iniesta, Márquez (Gio Van Bronckhorst, m.73), Van Bommel (Ezquerro, m. 46); Messi (Giuly, m. 46), Larsson y Deco.
Atlético de Madrid: Leo Franco; Molinero, Perea, Pablo, Antonio López (García Calvo, m. 89); Galletti, Luccin, Ibagaza (Colsa, m. 85), Petrov (Gabi, m. 76); Maxi y Torres.
Goles: 0-1. M. 33. Fernando Torres aprovecha un balón muerto en el área tras un centro de Ibagaza a Maxi que Gabri no logra despejar. 0-2. M. 47. Maxi remata a placer un centro de Petrov. 1-2. M. 64. Larsson remata de primera suave y cruzado un pase de Iniesta, tras controlar un pase de Deco. 1-3 M. 75. Torres resuelve llegando por el centro tras un pase de cabeza de Maxi.
Árbitro: Lizondo Cortés. Amonestó a Antonio López, Puyol, Molinero, Márquez, Gabri y Gabi.
Camp Nou. Unos 78.784 espectadores.
No resultó fácil reconocer al Barça ni tampoco confirmar que el partido se disputaba en el Camp Nou. El Atlético tomó la pelota nada más salir y se estiró como un equipo valiente y profundo por la presencia sobre todo de hasta cuatro alfiles en la divisoria como Galletti, Ibagaza, Petrov y sobre todo Maxi, que actuó por detrás de Torres. El dominio escénico fue rojiblanco. Jugó, tocó y combinó ante un Barcelona sorprendentemente alejado del área de Leo Franco. Ausentes Ronaldinho y Eto'o, Rijkaard prescindió igualmente de Giuly y dispuso a Deco como falso extremo zurdo, en una decisión muy nociva para el propio Barça.
La alineación de Rijkaard negó a su propio equipo al tiempo que afirmaba al Atletico. Futbolista omnipresente y competitivo por naturaleza, Deco no tuvo ninguna influencia en la banda izquierda. Apenas participó en el juego y el equipo acusó su ausencia como volante porque Iniesta no conseguía tirar la línea de pase, falto de balón y también de jugadores para asociarse, más acostumbrado que Deco a ocupar el extremo. El Barcelona era un equipo chato.
Descompensado, reculó y se entregó a un martirio defensivo. A la que el Barça se refugia en su campo se condena en cualquier jugada. Así ocurrió con el gol inicial de Torres. Ibagaza templó desde la derecha para la llegada de Maxi y el balón quedó muerto para el remate de El Niño porque Gabri y Oleguer chocaron cuando intentaban rechazar.
El tanto reflejó que el Barcelona estaba mal puesto, sobrado de medios intrascendentes, mientras que el Atlético se sentía más a gusto que nunca con tantos centrocampistas como guardaban el balón. Únicamente tuvo que tener cuidado con Messi. La febril actividad del argentino resultó, sin embargo, estéril porque nunca encontró compañía y pocas veces pudo soltar el gatillo.
Una lesión en los isquiotibiales apartó a Messi del partido y agravó las carencias azulgrana, por mucho que Rijkaard rectificara en el descanso y presentara un equipo más racional con la entrada de Ezquerro y Giuly en las bandas. Mejor equipo que el Barcelona cuando llevó la iniciativa, el Atlético funcionó también al contragolpe. Torres lanzó a Petrov por el ala izquierda y el centro preciso del búlgaro lo enchufó Maxi a la portería. Un gol vertiginoso que si no cerró el partido fue por el empeño del Barcelona en negarse a firmar la derrota.
Los azulgrana se armaron mejor desde la ortodoxia, ensancharon el campo, perserveraron por recuperar la pelota y encararon el área a cambio de ceder terreno para el veloz contraataque forastero. Uno y otro equipo rentabilizaron su apuesta. Deco mejoró desde la medular e Iniesta participó mucho más en la elaboración del juego, tanto que asistió a Larsson para que marcara un gol que metió al Barcelona en el partido. La respuesta del Atlético fue todavía más determinante por la precisión de la jugada de Torres. Le alcanzaron tres toques al equipo rojiblanco para zanjar cualquier litigio. El Atlético alcanzó la perfección frente a un desmejorado Barcelona. Al líder le faltó un partido para dar una vuelta victoriosa. Nada jugó a su favor e incluso sumó un lesionado más como Messi, cosa que sirve en su descargo para explicar por qué acabó su racha y le faltó épica. El problema es que tampoco hizo nada para atenuar su desfallecimiento, sino que lo agrandó ante un rival que no perdona en el Camp Nou. Hay en el rostro azulgrana tantos síntomas de cansancio y preocupación por el juego como recursos para combatirlos. Ahora le toca saber utilizarlos o entregarse al acoso del pelotón.
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