El Espanyol avista las semifinales

Dos equipos asfixiados en la Liga buscan la gloria de la Copa. A estas alturas de la competición, Cádiz y Espanyol no están para arriesgar demasiado cuando sólo quedan ocho equipos en busca de alzar el trofeo. La eficacia y la sobriedad podrían ser suficientes para cantar bingo en un final que ya está a muy pocos pasos. Dos alineaciones con una premisa clara: dejar la puerta a cero. Así fue el partido entre gaditanos y españolistas hasta que los protagonistas de la noche, Juanfran y Pandiani sellaron su magnífica interpretación con un gol. El Carranza está habituado a encuentros que arrancan a toda pastilla. El de ayer se inició a muy pocas revoluciones por minuto. La obligación de local llevó a los de Espárrago por inercia hacia adelante, pero el rabillo del ojo siempre estaba con un ojo en la portería. La pareja de mediocentros elegida para el partido de ayer, Suárez y Fleurquin, es la ideal para poner los partidos a fuego lento. El primero se lesionó, pero su recambio, Fernando Morán, tampoco empujó demasiado.

Los de Lotina también llegaron a Cádiz a verlas venir. Esperar el achuchón de los de Espárrago y encomendarse a Pandiani. Y a Juanfran. El carrilero derecho se hizo grande en su costado y tardó poco en pisar la línea de fondo. Fredson también se animó a dar dos pasitos adelante. La última media hora de la primera parte trajo aroma a gol visitante. Un palo de Zabaleta, una indecisión de Navas que casi aprovechó Fredson y un balón que pasó a media pulgada de la cabeza de Pandiani. La pausa no alivió la sensación, el portero gaditano salvó el primer gol a lo dos minutos de la reanudación pero ya nada pudo hacer en un balón que acarició Pandiani en el área chica a centro del omnipresente Juanfran. El uruguayo, se ponga la camiseta que se ponga, conserva un fabuloso instinto goleador. Olisquea cualquier pelota cerca de la red y sin ser demasiado estilista es voraz a más no poder.

El Espanyol se sintió a gusto con el gol. Ni mucho menos se abrigó ante la portería de Gorka a verlas venir. El Cádiz, por obligación, se fue arriba. Sin ideas, sin claridad y con poca precisión en la combinación, el empate sólo caería en un balón parado. Lo tuvo Estoyanoff y De Quintana, pero poco más. Pero muy pronto, los españolistas cogieron las riendas del centro del campo. Así, otra vez volvió al Carranza la misma sensación del primer tiempo. Tarde o temprano llegaría otro tanto de los visitantes. El Cádiz estuvo sin enchufe durante toda la noche. La jerarquía del trío Fredson, Pandiani y Juanfran fue absoluta en la hora y media de encuentro. A pocos minutos del final del partido llegó lo que se venía venir. Un gol que pone al Español casi en semifinales y que colocó la distancia justa entre el fútbol de uno y otro equipo. No fue una interpretación brillante, pero el equipo de Lotina mostró una templanza tremenda ante un equipo turbio.