Miguel remata al Villarreal
Un gran gol del lateral portugués del Valencia aborta la remontada del equipo de Pellegrini
Llegó como un potro desbocado y fue adiestrado por Quique hasta convertirse en un lateral derecho completísimo, eficiente en defensa y espectacular aunque esporádico en ataque. Miguel, claro, el jugador portugués que remató anoche al Villarreal.
Su gol debe incluirse en los manuales de todos los laterales del mundo. Una arrancada desde el centro del campo con el balón cosido al empeine, una pared con Villa, que le devolvió la pelota de espuela, y, ante la salida de López Vallejo, una picadita por encima del meta navarro. El tanto, en el arranque del segundo tiempo, abortó el intento de remontada de un buen Villarreal. El cuadro de Pellegrini puso hasta entonces todo lo que tenía, pero chocó con el candado de Quique, cuya defensa es cada día más invulnerable. El partido fue de verdad, muy intenso e incluso demasiado duro por ambas partes.
Pellegrini dispuso un equipo que se declaró preparado para secuestrar la pelota, mezcla de peloteros consagrados (Riquelme, Roger, Quique Álvarez, Forlán) y de chicos de la casa con poco recorrido (Arzo, Rubio, Alcántara). Y sí, lo hizo. Jugó fiel a su estilo, imponiendo su superioridad técnica en el centro del campo. Pero sólo hasta ahí. Hasta la raya que marcaba la defensa valencianista, que era la misma de la Liga con la incorporación de David Navarro. Puro granito. El cuadro de Quique ha hallado ya su manera de defender, muy parecida a la que tuvo con Benítez, y se encuentra muy cómodo dedicado a la tarea. A las órdenes de Albelda, jefe indiscutible en estas funciones.
El Villarreal, en cambio, es otra cosa. Mucho más agradecido con la pelota en el centro del campo, le faltó, sin embargo, fútbol por las bandas. No entraron sus interiores, que actúan por dentro, ni tampoco sus laterales, entre los que estaba el debutante Josemi, recién llegado del Liverpool. Todo una vez más sobre los hombros de Riquelme.
Después de un arranque esperanzador, en el que Regueiro parecía llegar embalado del choque de ida, el Valencia cavó una zanja entre su medio del campo y su delantera.
Incomunicados, Hugo Viana se dedicó a lanzar pases largos con mayor o menor acierto, pero, en todo caso, con mínimo acompañamiento para el receptor de los mismos. Ni Mista ni Villa sintieron el calor de la gente de atrás. Claro que la cara de Mista acabó como un mapa después de ser objeto de una serie de golpes por parte de la defensa amarilla.
Escocido como estaba tras estrenar el año con dos partidos sin marcar, el Villarreal salió a Mestalla con hambre por recuperar su prestigio. La rivalidad entre ambos equipos por la hegemonía del fútbol valenciano va en serio. No se tienen demasiado cariño, vamos. Como muestra, Gonzalo Rodríguez ni siquiera se disculpó tras arrear un codazo tremendo en la cara a Mista, una agresión que quedó impune.
López Vallejo, que sobrelleva la dura vida del tercer portero, volvió para reconciliarse con su profesión: primero desvió un disparo cruzado de Regueiro y, más tarde, reaccionó sobre la marcha a un trallazo de Villa que dio un giro brusco de dirección. Por su parte Butelle, el joven francés que suplía a Cañizares, confirmó las referencias de la ida con una estirada hasta el poste para palmear un chutazo de Riquelme.
El fuera de juego posicional de Arzo invalidó el gol de cabeza de Gonzalo que hubiera puesto al rojo vivo la eliminatoria. Todo eso quedó en nada cuando entró en acción Miguel y apuntilló la eliminatoria con su enorme golazo. Inmediatamente, Pellegrini retiró a Forlán y a Riquelme del terreno de juego. Todo estaba ya dicho.
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