Fiesta mayor en el Camp Nou
El Barça seduce con un despliegue de juego y tres goles de Eto'o que le clasifican ya para los octavos de final
Juega el Barça que enamora y el Camp Nou bien que lo agradece porque el fútbol de su equipo le parece hoy el mejor del mundo. Al calor de su estadio, el equipo ha recuperado en cuatro partidos la luminosidad que el año pasado le llevó a ganar la Liga y también a perder la Champions. Los azulgrana siempre han sido tan generosos con el público como agradecidos con el contrario porque actúan a campo abierto, sin truco ni trampa, a corazón abierto. Tanto tienes, tanto vales. Ante la propuesta barcelonista, nada tuvo que decir anoche el Panathinaikos, un equipo que defendió mal, especialmente insustancial y hasta cierto punto anticuado, sobre todo frente a la modernidad azulgrana. Jugó muy bien el Barça y muy mal el Panathinaikos. El encuentro, consecuentemente, sólo tuvo una dirección, y a nadie le pareció mal porque el Barcelona se regaló una actuación exquisita.
No hay mejor jugada para definir el fútbol del Barcelona y su punto de forma que el gol de Van Bommel nada más sacarse de centro. Ningún jugador del Panathinaikos tocó la pelota que corrió a pies de los barcelonistas durante 43 segundos hasta besar la red. Tocaron una y otra vez los centrales y el portero hasta vencer la presión griega y encontrar a Iniesta, el volante tiró la línea de pase para la carrera de Van Bommel y el centrocampista remató sobre la salida del portero. La paciencia de la defensa, la velocidad de ejecución de la media y la llegada y precisión de la segunda línea expresaron la sincronía con la que actuaba el Barça. La delantera se enganchó al partido acto seguido, en el segundo gol, y el Barcelona ya no paró hasta que Eto'o firmó el quinto, el dígito fetiche para la sibarita hinchada azulgrana.
Acabó una serie estupenda en el estadio. El Barcelona ha contado 15 goles a favor por ninguno en contra en cuarto partidos consecutivos; Messi ha marcado por fin un gol, Eto'o se estrenó en Europa con un hat-trick y Ronaldinho vuelve a ser el favorito al Balón de Oro. Ya está el equipo en los octavos de final y aspira a llegar al clásico del día 19 en Chamartín como líder de la Liga. Nunca le habían ido tan bien las cosas al Barça en lo que va de curso. Rijkaard ha dado de nuevo con la tecla y el equipo funciona a las mil maravillas.
Iniesta, por ejemplo, estuvo anoche clarividente. A Van Bommel no hay quien le pare. Messi reapareció con un surtido de regates primorosos y Eto'o marcó goles de todos los colores. El tercero de su cuenta pareció más propio de Ronaldinho que del camerunés por su elegancia y serenidad: la pelota describió una parábola que resumió la calidez de la noche. El brasileño repartió tantas asistencias como abrazos en una noche celestial ante la complicidad del Panathinaikos, atropellado por la tunda de fútbol de un Barça que contó hasta 13 remates de gol en los primeros 20 minutos, los más dinámicos y vistosos que se recuerdan en mucho tiempo en el estadio. Jugaron los azulgrana con tanto ritmo, velocidad y voracidad que el adversario pidió clemencia.
El Barcelona fue ayer un equipo virtuoso y al mismo tiempo sólido porque apenas fue exigido. Animado por su dulce punto de juego, atacó al rival con Xavi como medio centro y tres delanteros capaces de crear superioridad numérica en cada llegada. La hinchada se recreó con el espectáculo tan seductor como contundente de su equipo. Ha recuperado el Barcelona las señas de identidad que la temporada pasada le llevaron a ser referente en el fútbol. Ha reaparecido el equipo alegre, divertido, solidario y ambicioso que se despliega a la velocidad de la luz. Va y viene por el campo con tanta determinación como frescura, imparable para los rivales de medio pelo, como anoche eran los griegos, que apenas alcanzaron el área de Víctor Valdés, que sumó el quinto partido consecutivo sin encajar un gol.
A falta de contrincante, el público se abrazó con su equipo, entusiasmado por el partido que le ofreció, especialmente en el primer tiempo, porque en el segundo descansó con la pelota y se entregó al exhibicionismo de sus futbolistas más desequilibrantes, como fue el caso de Eto'o en el gol que puso punto y final al choque. La actuación barcelonista fue tan rotunda y seductora que invita al optimismo.
El equipo ha encontrado la vena estética del juego con la que siempre se ha sentido a gusto, y su fútbol romántico pide una nueva oportunidad frente a quienes defienden un juego más directo, rivales de pegada fuerte, como por ejemplo el Madrid o el Chelsea. El Barcelona, en cualquier caso, ya está a punto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.