Muchos gritos, poco fútbol
Un Racing muy defensivo atrapa un punto en medio de la histeria de la Romareda
De poco le sirvió un empate al Zaragoza, enjuiciado en las últimas fechas por la falta de resultados, que no de pegada. El gol de Diego Milito no logró serenar los ánimos, aunque a punto estuvo de sentar cátedra ante el Racing y absolver a su equipo de las malas lenguas. Por momentos, su testarazo recordó que el fútbol es un juego donde no hay malas caras hacia los tuyos si la pelota cruza la línea de cal que cobija la portería. Pero sí rencor despechado y crítica hacia el colegiado. El Racing, ante tal panorama, adormilado y ramplón, se limitó a Aganzo, a empatar antes de pasar de largo por la capital aragonesa.
Pocas veces se había oído gritar tanto y tan claro a La Romareda. No criticaba a su equipo, ni siquiera al rival, sino cada una de las acciones del árbitro, Megía Dávila, que, amedrentado por el abucheo constante, erró en casi todas sus decisiones. Ya le avisó a modo de bienvenida una pancarta del Colectivo 1932, grupo hincha del Zaragoza. "La Romareda es un clamor. Villar, Arminio, basta ya de manipular", rezaba. Los ánimos se exacerbaron cuando no expulsó al racinguista Melo, que, tras una trifulca, empujó por detrás a Álvaro para enviarlo a la lona. El público, ensañado, respondió: "Hasta los huevos, estamos hasta los huevos ". Serenó el ambiente Diego Milito con su gol, cuando Ponzio, escorado en el costado derecho, le lanzó una asistencia directa a la testa. El salto acompasado con el giro de cuello del delantero, hizo el resto. Fue la única vez que el Zaragoza logró batir a Dudu Aouate, el mejor con diferencia.
Y pero el Zaragoza no supo callar a su público fue porque no supo doblegar al Racing, equipo extremadamente defensivo que tuvo a bien alinear a dos delanteros con el marcador adverso. Tampoco tuvo oportunidad alguna Juanjo, el delantero centro cántabro anoche: bien porque diez de los suyos defendían en campo propio; bien porque la defensa maña casi no cometió errores. Y el Racing sacó partido gracias a un error del otro Milito, Gaby, que se tragó un centro aéreo. Aganzo no falló y empujó a la red el balón, empató. Y ahí se quedó el Racing, bien cerrado atrás hasta el pitido final.
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