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Crónica:FÚTBOL | Undécima jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Betis, cuesta abajo con polémica

El árbitro expulsa a dos béticos, ordena repetir un penalti en contra de los sevillanos y les anula un gol

El encuentro de ayer hacía prever mucho fútbol. Las urgencias de los equipos también son parte de este juego. Pero un inexplicable alarde interpretativo de las reglas por parte del Rubinos Pérez se lo cargó.

El partido fue en su comienzo fiel reflejo de la necesidad de confianza con la que se presentaban ambos contendientes. Lo que ninguno de ellos se podía permitir era la derrota y el juego se vio muy afectado por esa coyuntura. Hasta que llegó el turno del árbitro.

El Betis comenzó con una actitud más primaria que profesional y estuvo a punto de salirle bien. Antes de cumplirse un minuto, Castellini se coló por la izquierda y sólo un atlético despeje de Quique Álvarez evitó el remate a placer de Oliveira. Tras el saque, Rivera tiró desde fuera del área fuerte y duro, pero desviado.

Inmediatamente le tocó el turno al Villarreal que en un plazo de dos minutos disparó tres veces a la portería de Doblas que, con bastante fortuna los sacó todos. Riquelme estaba suelto, podía pensar y chutar. Nadie sabe por qué, pero era así. Con su falsa lentitud metió un pase raso y milimétrico a Forlán y éste recondujo la pelota con maestría hacia José Mari, que batió —con rebote en el defensa incluido— a Doblas.

Las urgencias se instalaban en Heliópolis y Riquelme seguía libre. Precisamente uno de los culpables del disfrute del argentino colaboró a terminar con la euforia de los amarillos. Assunçao sacó una falta desde la izquierda del ataque bético y Oliveira cabeceó su envío a la red. Y la ansiedad se volvió a repartir. Le tocó el turno de mandar al Betis y al Villarreal el del autoanálisis.

Los verdiblancos revivieron gracias al esfuerzo físico de Xisco y el táctico de Rivera. Ambos, enormes ayer. Rivera logró que sus compañeros le ayudaran a anular a Riquelme y aún tuvo fuerzas de repartir juego. El Villarreal mostró una cara bronca, que no le pega, pero sin duda la tiene. Joaquín recibió palos por arriba, por abajo y por el centro.

En la segunda mitad, el Villareal se volvió a adelantar en el marcador. Sorín —que ayer fue trabajador, astuto, duro, y goledador— batió con la derecha a Doblas. Pero esta vez no se hundió el Betis. Además, en un pase largo hacia Oliveira, Javi Venta batió a su propio portero. A partir de ahí, el árbitro llevó el partido a la locura.

Rubinos Pérez señaló un penalti que muchos no vieron. Entraba dentro de lo normal. Pero es que después expulsó a Joaquín. Quizá se lo merció. Desde la grada, no se oyen los supuestos insultos o menosprecios. Lo que ya tiene menos explicación es la razón por la que hizo que se repitiera la pena máxima que Doblas le había parado a Riquelme. A la segunda lo clavó el medio argentino.

Poco después, Melli también fue expulsado. Por insultos, parece. Pero aún hubo más. El árbitro anuló un gol al Betis que pareció legal. Es difícil que alguien se pueda equivocar tanto.

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