_
_
_
_
FÚTBOL | 8ª jornada de Liga

Silva saca al Celta del agujero

Con Baiano no sólo perdió el Celta el gol. La lesión del brasileño se ha llevado por delante una forma de vivir, que convertía el área en un punto de partida. Allí, Baiano bajaba el balón, aguantaba, templaba. O directamente fulminaba. Así que para afrontar su ausencia, el Celta ha tenido que reinventarse, y sólo en los minutos finales del partido, cuando Perera y Javi Guerrero se mezclaron, pareció encontrar una alternativa.

Después de haberlo intentado de todas las maneras, irrumpió Guerrero para jugar donde le gusta, para atacar desde la segunda línea, atento a los rechaces del eficaz Kameni. Y a falta de ocho minutos para el final, cuando el ultraconservador Espanyol administraba la ausencia de goles, llegó Silva para despegar al Celta de la telaraña.

Lotina escondió al Espanyol en una trinchera que conoce bien: la de Balaídos. Desde allí lanzó al Celta a la Liga de Campeones y se enredó después en la dinámica del descenso. Al aceptar su condición menor, desnudó a un Celta al que también le pesa la ausencia de Canobbio.

Por esa pizca de masoquismo que salpica el fútbol o porque la memoria es selectiva, Balaídos recibió a su controvertido ex entrenador con una ovación, pero no tardó en padecer su tortura. Con sus cinco defensas, con De la Peña como socio de Ito en el doble pivote y con Tamudo aislado, practicó algo muy distinto al fútbol, pero asfixió al Celta. Ahora bien: tanto se parece la dinámica de Lotina en el Espanyol a la de su etapa celeste, que acabó colándose por el mismo carrusel de expulsiones, tiros al palo y goles en el tramo final.

El Celta ha perdido la chispa con que arrancó el campeonato, pero va solucionando como puede las ausencias de los más notables. No en vano, presume de banquillo. En la primera parte, cuando el Espanyol aún exploraba el contragolpe, terminó aplastado contra la muralla, pero ocurrió algo poco antes del descanso que resultaría decisivo. Pochettino, que tenía una amarilla, golpeó a Perera sin balón y se marchó a la caseta. Fue la señal que indicó al equipo catalán que no había razones para aventurarse en el campo del Celta. Liberado de engorros defensivos, Fernando Vázquez aceptó la invitación al ataque y fue acumulando munición sobre el campo, hasta que por fin los reflejos de Kameni fueron insuficientes para detener la avalancha: dejó un rechace de Javi Guerrero muerto dentro del área y no pudo impedir el remate de Silva.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_