Messi se parece a Maradona
El Barcelona derrota a Osasuna en una segunda parte presidida por el buen juego de sus figuras
El FC Barcelona logró olvidar sus últimos discretos resultados y se hizo con los tres puntos tras vencer en el Camp Nou por un cómodo 3-0 a un inocente Osasuna, en un partido donde Leo Messi hizo buena su primera titularidad y Samuel Eto'o continuó con su racha goleadora.
Acabó el ruido y el jaleo en la sala de juntas, y regresó la alegría del fútbol al estadio para suerte del Barça, que se regaló una victoria vital para serenarse en tiempos de mucha tralla. Ya lo cuenta siempre Maradona: "La pelota no mancha". Apareció Messi, uno de los herederos de 10, y el cuero acabó finalmente en la red de Osasuna, demasiado mezquino y austero frente al ejercicio de voluntarismo azulgrana, que apretó los dientes durante medio partido para resolver al regreso del descanso con la magia de Messi y Ronaldinho y la voracidad de Eto'o, que ya cuenta nueve goles en ocho partidos.
Osasuna nada tuvo que decir y dimitió de mala manera. La condición de colíder no ha aumentado sus exigencias, sobre todo la necesidad de defender mejor las jugadas de estrategía, porque un córner le llevó a una derrota que mereció por especulador. Jugó muy junto un buen rato, sin conceder espacios al rival, y le quitó la corriente al Barcelona con la estrangulación de sus volantes. El encuentro consecuentemente se arrancó con los tics de costumbre. Al Barça le cuesta desplegarse en su cancha. Falto de velocidad y determinación, se encoge por miedo a contar un gol en su portería. Jugaba ayer muy al pie para asegurar el pase y no tenía profundidad por la falta de extremos.
Anoche se juntaron Messi por un costado y por el otro Ronaldinho, dos futbolistas que tienden a recogerse, a tirar paredes, a atacar desde el balcón del área, y Osasuna les defendió aparentemente sin mayor esfuerzo. La vitalidad de Messi ayudó al Barça a que el partido no se le hiciera tan largo y complicado como se presumía por la actitud del rival. La febril actividad del argentino disimuló la poca variedad del juego azulgrana, falto de picos y de punch, presa a menudo de la monotonía y la impaciencia. Del juego de presión y de ataque y gol se ha pasado a una conducción de utilitario. Necesita el equipo de los arranques de Messi y Ronaldino.
La pulga percutió insistentemente con su fútbol creativo. No paró un momento, fue siempre vertical y se ofreció cada vez que el cuero traspasó la divisoria. Dos de los tres remates del primer tiempo fueron del argentino, que cabeceó al larguero un córner servido por Deco, y suya fue la jugada que marcó el punto de inflexión del partido. Nada más comenzar la segunda parte, Messi tomó la pelota en la línea de medios, eliminó hasta cuatro contrarios y al portero y remató en una acción que parecía gol o gol hasta que Josetxo metió la pierna. Aunque Messi todavía no es Maradona, la jugada demandaba el gol que siempre alcanzaba el astro. El tanto llegó ayer acto seguido, en la jugada posterior, después del córner botado por Ronaldinho.
Motivado por el arranque por la derecha de Messi, Ronaldinho se descolgó después por el flanco izquierdo en una penetración sensacional. No alcanzó la red y, sin embargo, la hinchada celebró el atrevimiento del brasileño como si hubiera firmado la victoria. Ronaldinho fue igualmente decisivo en la elaboración del 2-0 con un taconazo preciso para la carrera de Sylvinho. Los gestos técnicos de Messi y Ronaldinho resultaron desequilibrantes para Osasuna, que se fue quebrando a trozos, incapaz de seguir el ritmo de las figuras azulgrana. Únicamente el árbitro no quiso sumarse a la fiesta de Messi, derribado en el área y, sin embargo, sancionado con la tarjeta amarilla.
Mercía el argentino un gol que acabaría firmando finalmente Giuly de forma muy pícara después de aprovechar un rebote en la espalda de Ronaldinho. El Barcelona se encontró con una de sus mejores versiones después de un inicio descorazonador por la falta de hilo de juego y la caída de futbolistas como Belletti y Deco. Messi reapareció a tiempo para aupar al equipo hasta suscribir una segunda parte espléndida, serenamente bella, presidida por jugadas exquisitas. A Osasuna no le quedó más remedio que rendirse para suerte de la hinchada azulgrana, que demandaba el triunfo por lo civil o lo criminal. Ni una cosa ni otra. El Barça ganó por la vía de la seducción en una noche plácida después de una semana de mucha crispación
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