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Crónica:Real Madrid 2 - Olympiacos 1 | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Soldado firma una justísima victoria

Un gol del canterano da el triunfo al Real Madrid frente a un Olympiacos que tenía que haber salido goleado del Bernabéu

Roberto Soldado, el chaval de la cantera, fue el que puso la firma a un triunfo más que justo para el Real Madrid frente al Olympiacos. El doble remate del delantero centro del Castilla dio la victoria a sus mayores frente a un equipo griego tosco y feo que bastante premio tuvo con no salir goleado del Santiago Bernabéu, pese a las caras mostradas por el equipo local.

Porque el Real Madrid del primer tiempo fue todo lo que tiene que ser un equipo. El equipo de Luxemburgo resultó un torbellino, un carrusel de fútbol que lo tenía todo, que desbordaba a un Olympiacos convertido en un pelele que bastante tenía con mantenerse en pie. Hasta las frías estadísticas eran concluyentes: En 45 minutos, el Madrid había ofrecido 15 remates y había botado 11 saques de esquina. Lo nunca visto desde hacía mucho tiempo.

Un equipazo, vamos, que respondía al buen hacer de sus jugadores, al buen ánimo de sus chicos, al buen ritmo de juego. Con Pablo García consolidado en el eje, con el buen Beckham poniendo balones con picante desde la derecha, con Guti en su faceta de gran suministrador de ocasiones, con Baptista como afilado media punta, con Robinho metiendo miedo, con Raúl en plan Raúl…

El capitán puso rubrica al gran fútbol desplegado. Su gol, histórico al ser el número 50 en la Copa de Europa y superar a Di Stéfano, llegó pronto, en el minuto ocho, con un gran remate de cabeza tras un excelso pase de Becks. La prontitud del tanto no trajo, sin embargo, la clásica relajación blanca. Todo lo contrario. El Madrid siguió revolucionado, con las líneas muy juntitas y propiciando una ocasión tras otra. Por ahí llegaba Raúl, por allá lo intentaba Robinho y por todas tardes aparecía Baptista, el mejor del partido que injustamente se fue de vacío a casa.

Apareció Soldado

Bastante tuvieron los griegos con llegar vivos al descanso y no con cuatro o cinco goles en contra. Su único argumento había sido un disparo del eterno Rivaldo que sacó Casillas con solvencia. Pero lo que anunciaba fiesta en la segunda parte tornó en tormenta. El Madrid salió empanado, el Olympiacos se encontró con un golazo de Kafes y pensó que le había tocado la lotería.

Apareció entonces el Madrid de los nervios, desordenado, con más casta y corazón que juego. Ofrecía destellos de su gran clase (Baptista lo siguió intentando y no encontró el gol de milagro), pero no era el ritmo continuo y aplastante del primer tiempo. Y así, entre el sucio y feo juego de los griegos y mientras el Madrid rumiaba el injusto empate apareció Soldado, el de la cantera, para marcar el 2-1 y poner las cosas en su sitio.

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