Osasuna retrata de nuevo al Atlético
Los navarros vencen por segunda vez en tres días a los rojiblancos
Por segunda vez en tres días, el Osasuna ha sacado los colores al Atlético de Madrid, esta vez en Liga. Lejos de recuperar el crédito perdido en el partido de Copa del miércoles, el Atlético ha vuelto a ofrecer un triste espectáculo, siempre por debajo de un rival más agresivo, más rápido y más atento. La derrota aleja a los rojiblancos de Europa, a la que, visto lo visto, prácticamente ya sólo podrán acceder por la vía de la Copa, si es que Osasuna no se le vuelve a atragantar en el tercer trago.
Salía el Atlético con la intención de lavar un tanto la paupérrima imagen ofrecida el miércoles en Copa, pero no le ha dado tiempo de ofrecer nada, porque a los tres minutos, una colada de Delporte por la izquierda acababa con el balón en la cabeza de Aloisi, sólo en el punto de penalti para cabecear a la red. Con el mazazo, ha intentado espabilar el Atlético, pero nunca ha encontrado la manera de hincar el diente a los rojillos. Colsa andaba perdido por el centro del campo -Luccin, como siempre, ni se enteraba-, y Torres, solo como la una en ataque. No circulaba el balón por las bandas, ni con Grankjaer ni con Antonio López, e Ibagaza no aparecía.
Por el contrario, el Osasuna, con un fútbol mucho más directo, siempre encontraba a alguien arriba, en especial a Aloisi, en parte por la pájara de los centrales atléticos, que, al contrario de lo que han hecho durante casi toda la temporada, han estado blandos, concediendo en muchas ocasiones una segunda jugada.
En la segunda, el Atlético ha salido con más garra, en lo que parecía un intento de empatar el partido. Ferrando ha retirado a Sergi para dar entrada a Salva acompañando a Torres, retrasando a Antonio López. Pero para empatar hacía falta generar ocasiones y para ello, salvo excepciones, hay que jugar al fútbol, cosa que tampoco ha hecho el equipo rojiblanco en la segunda mitad. Sólo a empujones llegaba el Atlético, y siempre morían los ataques en la defensa navarra, porque nadie se molestaba en dársela al compañero al pie, en abrir a las bandas, en hacer circular el balón.
Colsa seguía perdido -Luccin, como siempre, veía las cosas pasar-, Ibagaza estaba condenado en la derecha, mientras Salva y Torres, como no les llegaba nada decente, se desesperaban en el ataque. Osasuna había dimitido de acercarse a Leo Franco, aunque de vez en cuando ha avisado, en vista del día negro de los centrales. Sin intención de llegar a puerta, sus escasos ataques siempre han tenido más peligro que los de los madrileños.
Con estos mimbres, el Atlético confirma que no aprende, que el mismo equipo le ha sacado los colores en espacio de tres días en el mismo sitio, que no tiene nada que ofrecer fuera de casa y que tiene que aferrarse a la Copa, y al espíritu santo, para estar el año que viene en Europa.
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