El Barça salva los muebles en San Sebastián
El equipo azulgrana empata un partido en el que casi siempre fue a remolque en el marcador ante una Real Sociedad pálida
La Real Sociedad, que no es el equipo sólido y brillante del año pasado, y el Barcelona, que lleva sin ser ambas cosas desde hace demasiado, han empatado hoy a tres goles en San Sebastián. Dos lecturas se pueden hacer: el partido fue una fiesta de fútbol ofensivo y sin complejos; o ambos equipos son tan endebles que meterles un gol es un juego de niños.
Marcar al Barça un gol y robarle el partido no ha sido por ahora muy complicado para sus rivales, que se han llevado tres empates y dos victorias de los nueve partidos jugados hasta ahora. Sin embargo, tres tantos en 90 minutos son muchos para el segundo equipo menos goleado de la Liga, sobre todo si los marca uno de los menos goleadores.
Un gol antes del descanso
Ningún indicio permitía adivinar la locura que vendría cuando Medina Cantalejo dio inicio al partido; tras un par de ocasiones en cada portería, el Barça se hizo con el control y comenzó el asedio al área de Westerveld. Tanto apretó el equipo catalán las clavijas que el minuto 33 Motta marcó de cabeza tras adelantarse a Xabi Alonso en un saque de falta. El Barça durmió el partido y se fue al descanso dispuesto a especular con un gol de esos que tanto le cuesta marcar.
Pero la Real Sociedad salió como una tromba y se llevó por delante a la escuadra azulgrana en menos de dos minutos, los que van del 58 al 60, los que van del zapatazo de Jauregi a pase de De Pedro al penalti lanzado por este último tras un agarrón a Schürrer en el área del Barça.
El revulsivo de Rijkaard
Frank Rijkaard giró la cabeza hacia el banquillo: sólo quedaba Overmars. Otro goleador en horas bajas, si es que alguna vez las tuvo altas en el equipo catalán. Minuto 71: el holandés fusila a Westerveld. Tres minutos después: Karpin fusila a Valdés a pase de Aranzabal. Diez minutos después de la salida al campo de Overmars, las cosas seguían tan perdidas como antes. Bueno, no, ahora estaban peor: Medina Cantalejo había expulsado a Motta por aplaudir la tarjeta amarilla que le acababa de sacar.
Pero volvió a florecer Ronaldinho, que de tan bueno que es amenaza con ser el único bueno del Barça, y le dio un pase ejecutor a Gabri para que empatase el partido y cerrase el agujero por el que se escapaba el poco aire del equipo hasta la próxima.
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