Barcelona prende la llama olímpica por última vez para recordar el 92 y saludar al Fòrum
La ciudad celebra los diez años pasados desde los Juegos Olímpicos que metieron a la ciudad en la modernidad
Fue un verano mágico, como mágica fue la noche en la que el arquero Antonio Rebollo, encogiendo el alma de todo el país en un suspiro, encendió de un flechazo la llama olímpica y desencadenó los Juegos Olímpicos del 1992 en Barcelona. Anoche, diez años después, la ciudad rindió homenaje a toda la emoción de esos días, y giró la mirada con ilusión hacia el próximo evento grande: el Fòrum 2004.
Más de 40.000 personas se reunieron en el estadio Olímpico para celebrar esos Juegos que ellos mismos contribuyeron a hacer grandes. Y disfrutaron de lo lindo con la ceremonia, especialmente cuando Rebollo volvió al escenario y fue recibido como una superestrella.
No fue esta vez una flecha suya sino 17 lanzadas por un grupo de bailarines contra una pantalla en la que titilaba la imagen del pebetero las que prendieron la noche. Y la llama se volvió a encender, que diez años no son nada, por última vez, eso sí, según ha avanzado el ayuntamiento.
Fue muy aplaudido el discurso del alcalde, Joan Clos, cuando exigió el cese de las matanzas en Oriente Próximo. Eso sí, se llevó una andanada de silbidos cuando cambio el idioma de su discurso del catalán al español, lo que le hizo desistir en su intento. La fiesta recordó lo mejor del 92, homenajeó a sus protagonistas, y pasó el testigo al Fòrum 2004, el gran reto de la ciudad ahora.
Subieron al escenario los miembros del comité organizador (su presidente y entonces alcalde, Pasqual Maragall, y su consejero delegado, Josep Miquel Abad), una representación de los voluntarios olímpicos y los servicios sanitarios y de emergencia, los creadores de la transformación de la ciudad (los diseñadores Javier Mariscal y América Sánchez y los arquitectos Oriol Bohigas o Ricardo Bofill), periodistas, protagonistas de las ceremonias (La Fura dels Baus, Comediants, Tricicle, Cristina Hoyos o Constantino Romero), y algunos de quienes llevaron la antorcha olímpica.
Un concierto y un espectacular castillo de fuegos artificiales pusieron la guinda a la fiesta ya de madrugada.
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