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México jubila a la vieja Croacia

Pues sí, en el fútbol pesan los años. Pregúntesele a Suker (34), a Prosinecki (33), a Boksic (32), tres ex figuras que ahora han decidido jugar a balón parado y dejar que otros corran, asuman las tareas ingratas y ejecuten todas las labores de este juego que a ellos les resultan pesadísmas, imposibles.

Cuando el triunvirato mágico de Croacia enfila hacia el asilo, no es extraño que la actual tercera selección del mundo dejase ayer ante el aseado equipo mexicano la imagen de un grupo pasado de rosca, como si hubiera sido invitado por la organización en honor a sus indudables méritos.

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El seleccionador croata, Josic, se rindió progresivamente a la evidencia. Cabía la posibilidad de que la experiencia de los tres tenores le pudiera salvar la función. Pero ni siquiera desafinaban, porque no intervenían, apenas se pavoneaban por el estadio sin más aportación que su apellido. A Prosinecki le quedaban hasta ahora algunos detalles de jugador de futbito que sin duda hubieran encandilado a la grada de Japón. Pero ya sólo se dedica a lanzar faltas y saques de esquina. Y encima lo hace mal.

México apostó por lo contrario: por hacer un equipo sin individualidades, aguerrido, compacto, con tres líneas de tres y un delantero, y un espíritu combativo que es fruto del contagio que producen en sus compañeros dos estajanovistas convencidos: el sevillista Torrado y el volante del Necaxa, Braulio Luna. Más allá de la organización y la condición física, y de un sentido táctico notable, México aporta un futbolista a observar: el libre Márquez, que milita en el Mónaco, tan elegante como práctico, tan sutil como contundente. Tan sólo Soldo (el único croata que a sus 34 años está lejos de la jubilación) le puso en entredicho en el juego aéreo a balón parado. En cada córner o falta, los 189 centímetros del futbolista del Stuttgart amenazaban ruina en el área méxicana. Era el único argumento de Croacia, pero poco a poco Márquez y sus muchachos le fueron cogiendo la medida.

El balón tenía dueño. Oponer al correoso Torrado la débil carcasa de Prosinecki sólo podía entenderse como una concesión a la galería. Así que la tropa del vasco Aguirre fue minando a Croacia hasta encontrar el gol en una acción sutil, con el tacón, de Borgetti a Cuauhtémoc Blanco que Zivkovic destrozó con un penalti inapelable. Blanco, la única figura oficial de México, entrado en kilos, pero entregado a la faena, lo convirtió en gol. Debió haber llegado antes, pero México tiene orden, trabajo y estrategia, aunque no pegada. Eso le hará sufrir. Croacia, en cambio, tiene muchos años y muchos nombres. Ayer, quizá se jubilaron. Es la hora de la nueva generación, de chicos como Olic o Vruginec. El resto ya es historia.

Blanco celebra el gol que dio la victoria a México frente a Croacia.
Blanco celebra el gol que dio la victoria a México frente a Croacia.AP

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