La vuelta del más grande
Michael Jordan ya posee seis anillos de campeón con el Chicago Bulls
El próximo 30 de octubre Michael Jordan pisará el Madison Square Garden en su primer partido tras tres años de descanso. Ese día, ante los Knicks, el nuevo jugador del Washington Wizards tendrá la difícil misión de continuar su propia leyenda, la del jugador más determinante de la historia del baloncesto.
Funcione o no esta nueva aventura, Jordan seguirá siendo un mito. Su carrera siempre ha sido modélica. Cumplió como universitario bajo la dirección de Dean Smith en Carolina del Norte. En 1982, con unos promedios de 17,7 puntos, 5 rebotes y 1,8 asistencias, Jordan anunció lo que se avecinaba y ganó la final de la NCAA.
Y sólo era el principio. Dos años después, en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, Epi, Corbalán, Fernando Martín y compañía, vieron en la final de baloncesto cómo un jugador todavía universitario lideraba la selección estadounidense que consiguió el oro. Ése era Jordan.
Tercer puesto en el draft
Ese mismo año, en 1984, el mejor jugador de todos los tiempos daba el salto a la NBA y, curiosamente, lo hacía en tercera posición del draft. El Portland no quiso elegirlo como primera opción y Jordan acabó en Chicago. Comenzaba una nueva era en el mundo del baloncesto. A los ya míticos Magic Johnson o Larry Bird se unía Air Jordan. La NBA invadía las televisiones de todo el mundo.
En su primer año como profesional, la nueva estrella de los Bulls no defraudó: promedió 28,2 puntos por partido, fue incluido en el mejor equipo de la Liga y se convirtió en el mejor novato del año. Su segunda temporada se vio sin embargo truncada por una fractura en una de sus piernas, pero aún así disputó 18 partidos, con una media de 22,7 puntos por encuentro.
Pero lo mejor de Jordan llegó en 1986. En esa temporada sus números comenzaron a dispararse. Con 37,1 puntos por partido logró su primer título de máximo encestador. Repitió la hazaña durante 10 temporadas, siete de forma consecutiva.
La época dorada
De todos modos, los Bulls todavía no tenían un equipo consistente y no fue hasta 1991 cuando consiguió su primer título de Liga. Fue su época dorada, ya que consiguió dos anillos más, en 1992 y 1993. Al año siguiente colgó las botas por primera vez. La muerte de su padre y los rumores que aseguraban que era adicto a las apuestas forzaron su salida de la NBA.
El mejor jugador de la historia no podía permanecer inactivo, así que decidió emprender una nueva aventura, la única en la que fracasó en su carrera deportiva. Y es que Jordan decidió cambiar de deporte y dedicarse al beisbol. Tras una temporada en los Medias Blancas de Chicago, dejó el bate y descansó durante un año. Preparaba su primer retorno a las canchas.
Y lo hizo por la puerta grande. En 1995 jugó 17 partidos, con un promedio de 26,9 puntos. Al año siguiente se superó. Volvió a ganar con los Bulls el título de la NBA (el cuarto en su carrera) y repitió la hazaña durante otras dos temporadas. En 1999 se volvió a retirar. Había ganado seis Ligas en Chicago.
Jordan se retiró con unas cifras espectaculares. Fue el jugador más valioso de la Liga durante cinco temporadas y se convirtió en el máximo anotador de la historia del baloncesto estadounidense. Ganó dos veces el concurso de mates (1987 y 1988) y disputó todas las ediciones del partido de las estrellas mientras estuvo activo.
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