Meritorio intento de España (78-65)
Yugoslavia fue superior al cuadro de Imbroda, que hoy buscará ante Alemania la medalla de bronce
El intento fue meritorio, bello en ocasiones y hasta largo porque a Yugoslavia le costó 26 minutos cobrar ventaja por primera vez en el marcador y hasta un minuto después no logró dar el estirón.
Pero España se vio incapaz de mantener el tipo frente a un equipo tan imponente y el boquete se abrió con una rapidez que dejó las cosas vistas para sentencia a falta de más de seis minutos para el final. O lo que es lo mismo, a Yugoslavia le bastaron apenas aquellos cinco minutos para poner tierra de por medio en una semifinal que se le había atravesado. España jugará hoy contra Alemania (18.00, La 2) el partido en que estará en juego la medalla de bronce, mientras que Yugoslavia intentará imponer su supremacía en el baloncesto europeo ante el anfitrión, Turquía, clasificado ayer por vez primera en su historia para la final gracias a su triunfo (79-78), en la prórroga, sobre los alemanes.
Lo peor de jugar contra Yugoslavia es que una concesión, un par de errores en pequeños detalles aquí o allí, en un minuto cualquiera del partido, pueden resultar fatídicos. España, que había llegado a tener ocho puntos de ventaja (27-35) y que había desarrollado un juego que transmitía mejores vibraciones, dio ese pequeño respiro a los yugoslavos y ahí se desvaneció por completo la atisbada posibilidad de romper el pronóstico. Fue en el tercer cuarto. Gasol cometió su tercera falta, Navarro y Kornegay fallaron cuatro tiros libres de manera consecutiva y el alero español perdió además un balón. Yugoslavia se fue al receso previo al periodo final con seis puntos de ventaja que empezó con una serie de triples disuasorios de Obradovic y Stojakovic. El hueco se hizo ya inmenso (70-56) y todas las excelencias que España exhibió hasta entonces se fueron al traste.
Contra jugadores más altos y más fuertes físicamente, el grupo español se arremangó para estresar a los yugoslavos cada vez que tenían que atacar. La calidad de Bodiroga o Stojakovic se reducía como efecto de la velocidad de pies y manos de todo el equipo español. Raúl se las tenía que ver con Jaric, que le saca 12 centímetros; Navarro con Gurovic, que le lleva otro tanto y Lucio Angulo con Stojakovic, cinco centímetros más en su haber. Los yugoslavos, que entraron al partido muy puestos, torcieron pronto el gesto porque comprobaron que se les había acabado la barra libre de la que hasta ayer disfrutaban en el campeonato, por supuesto bien ganada a pulso. Pero ayer, enfrente, tenían a un equipo distinto, con una agresividad desconocida, desacomplejado y encima un tanto atípico. Tanto que el técnico yugoslavo, Pesic, tiró por la calle de en medio cuando comprobó que un pívot como Drobnjak, pese a su versatilidad, no alcanzaba para mantener el pulso con Gasol. El seleccionador yugoslavo decidió jugar con un solo pívot e iniciar una labor de desgaste sobre Gasol, al que marcaron sucesivamente Stojakovic, Bodiroga y Gurovic. Nadie pudo con él. La selección aprovechaba su mejor baza, el jugador que marca diferencias por su altura, por su velocidad, por su calidad, por su intimidación, mientras que Stojakovic y Bodiroga eran los únicos que sacaban cabeza en el marasmo ofensivo yugoslavo. Pero los grandes equipos, como es el caso, son capaces de mantenerse a flote aún en las peores condiciones.
En aquellas condiciones y después de un terrible desgaste psicológico porque desde el minuto 34 cada acción se jugó como si fuera decisiva, con una sucesión de fallos, incluidos los numerosos tiros libres errados en circunstancias agónicas, los turcos se valieron Turkoglu. El alero de los Sacramento Kings primero evitó la derrota de su equipo y a continuación certificó el triunfo ya que cinco de sus 23 puntos fueron además los últimos del partido, con un triple que igualó a 77 y, tras un tiro libre anotado por Femerling, con el lanzamiento que sentenció el partido en una penetración a canasta a falta de tres segundos que ya no le valieron para nada al equipo alemán.