Sánchez Vara, el torero de las corridas ‘extra duras’, del ilidiable Cazarrata a los naturales que hicieron crujir Las Ventas
El diestro manchego, con una larga y heroica hoja de servicios, sueña con entrar en las grandes ferias, convencido de que no ha recibido lo que merece
“Soy muy crítico conmigo. Puedo tener buenas sensaciones en la plaza, pero veo el video y pienso ¡qué desastre!; y al contrario, a veces no he estado al cien por cien y no me he juzgado tal mal. Lo que sí puedo afirmar es que estoy muy cerca del torero que quiero ser”.
A Francisco Javier Sánchez Vara, (Guadalajara, 44 años), matador de toros desde el año 2000, se le respeta por ser un lidiador experto en las corridas más inciertas y temibles, y se le recuerda por el toro Cazarrata, del hierro de Saltillo, una mansa alimaña que en mala suerte le tocó el 31 de mayo de 2016 en Las Ventas, y el matador y su cuadrilla hicieron acopio de valor y sangre fría para salir airosos de tan peligroso trance.
Hoy, frente a un café con leche ya frío, Sánchez Vara se muestra como un torero experimentado, con una larga y heroica hoja de servicios, con las ideas claras y el verbo fácil, feliz junto a su familia y con la ilusión torera intacta como el primer día que vistió el traje de luces, y también con algún sueño por cumplir.
Pregunta. ¿Y cómo es ese torero que quiere ser?
Respuesta. Uno que pueda con todo, y con capacidad para torear bien al toro bueno. Yo no soy Superman, pero es difícil que me llegue el agua al cuello delante de un toro; y tengo claro, además, que nunca torearé como Morante de la Puebla, pero soy capaz de hacer otras cosas.
“No soy Superman, pero es difícil que me llegue el agua al cuello delante de un toro”
P. Superman no será, pero aún se recuerda su soltura delante de Cazarrata en Las Ventas…
R. Ese fue un toro casi imposible en el conjunto de una corrida muy difícil, toros con mucho sentido, de los que ya no se ven en los ruedos. ¿Y sabe cuál fue el premio? Pues que el año siguiente no me contrataron en Madrid.
P. Decía usted que sabe ‘hacer otras cosas’...
R. Ya le digo que voy camino de ser el torero que quiero, y me preparo para torear bien y no solo para sortear al toro complicado. Cuando sale uno bueno no me quedo en blanco. En junio de 2019, me tocó un toro de Partido de Resina en Madrid y le pegué tres tandas de naturales que hicieron crujir los tendidos. No en vano, he bebido en buenas fuentes, el maestro Joaquín Bernadó, un fuera de serie como torero y persona, de quien aprendí en la Escuela de Madrid, y Ángel Teruel, que fue mi apoderado. Por poco que se me haya pegado de ellos…
Cuenta Sánchez Vara que la afición a los toros la heredó de su padre, Isidro Sánchez El Labrador, novillero de la década de los 60. Entró a los nueve años en la Escuela Taurina de Madrid, donde el maestro Bernardó le enseñó los primeros pasos. Debutó con caballos en septiembre de 1996 y, pronto, las circunstancias de la vida lo encaminaron hacia el duro Valle del Tiétar, donde aprendió el oficio. En esa época conoció a Ángel Teruel en un tentadero y se convirtió en su representante. “A veces, me consuela pensar que si este hombre se fijó en mí sería por algo”, comenta el torero.
El 30 de agosto de 2000, Esplá fue su padrino de alternativa en la localidad manchega de Sacedón, y ese fue el inicio de su particular travesía.
“Era un torero muy joven que había toreado mucho como novillero, pero no tenía ni fuerza ni cartel”, continúa. “Pero lo tuve claro: o esto o nada; no voy a añorar lo que no tengo, y debo aprovechar lo que la vida me ha ofrecido; y como quiero ser torero, debo hacerme un hueco entre las corridas duras”.
P. ¿Y está usted satisfecho de su trayectoria?
R. Reconozco que me asaltan sentimientos encontrados. Satisfecho, sí, porque yo soñaba con torear de luces, pero tomar la alternativa me parecía impensable, y ni me había planteado estar tanto tiempo como matador en activo. Creo que soy un profesional contrastado y cuento con el respeto de la afición. El reconocimiento es muy gratificante, y pienso que si hoy estamos sentados aquí usted y yo será por algo.
P. ¿Le compensa económicamente?
R. He ganado para ir viviendo, pero no soy millonario. Soy un tipo normal que vive de su profesión.
“Sinceramente, no me siento valorado como merezco, y creo que he recibido poco para todo lo que he entregado a la profesión”, prosigue Sánchez Vara; “y ese es mi objetivo, consolidarme en ese tipo de corridas, que se acuerden de mí en las plazas importantes, como sucedió con Ruiz Miguel, que tiene toda mi admiración”.
P. Pero en Francia, por ejemplo, cuenta usted con un gran predicamento.
R. Es verdad que se acuerdan de mí cuando hay una urgencia, pero no siempre. La afición francesa tiene memoria y recompensa al torero que hace un esfuerzo. Cuentan conmigo, ciertamente, pero me gustaría entrar en las corridas toristas de ferias de categoría. Ese es mi objetivo.
“Me preparo para torear bien —y lo demostré ante un toro de Partido de Resina en 2019 en Las Ventas—, y no solo para sortear a los ilidiables”
P. Y en Perú es usted una primera figura.
R. Fui por vez primera en 2001, al año siguiente a mi alternativa y he vuelto casi todas las temporadas. Perú es una aventura que da para escribir un libro. Es como una película de Indiana Jones, en la que aparece un peligro detrás de otro. Las distancias son muy largas, y si tienes un percance solo te queda rezar porque en muchas plazas no hay enfermería. Pero también me ha ayudado a vivir. La economía está bien para los toreros, y no crea que se gana menos que en España. Pagan bien y cumplen con lo pactado.
Recuerda Sánchez Vara algunas de las muchas locuras que ha hecho como torero en Perú, e insiste en que torear siempre merece la pena.
“A veces, me he encontrado allí con un toro que se ha dejado, me ha surgido el orgullo de torero y le he dado muletazos como si estuviera en Madrid. Asumes así un riesgo enorme, pero no menor que hacer un día mil kilómetros para torear dos vacas en Portugal. Por eso, pienso que los toreros estamos locos; en el fondo, te compensa torear en todas las plazas porque esta profesión es la más bonita del mundo”.
Esta entrevista se realizó unos días antes de que se anunciaran los carteles del mes de septiembre en Madrid, y Sánchez Vara estaba convencido de que contarían con él. No ha sido así. Acabará el año sin pisar la plaza de Las Ventas, pero recuerda que no pierde la ilusión a pesar de que su agenda está plagada de nombres que asustan a cualquiera, Palha, Dolores Aguirre, Couto de Fornilhos, Saltillo…
“Existen dos tauromaquias paralelas”, prosigue Sánchez Vara, “una es la del glamur de las grandes ferias en las que el toro es muy previsible, y otra es la nuestra, la de las corridas duras y extra duras”.
“Seguiré empeñado en entrar en ferias de mayor nivel. Ese es mi propósito”, concluye.
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