Diez sudorosos ‘thrillers’ para el verano escondidos en las plataformas digitales
Grandes películas de genios como Alfred Hitchcock y Oliver Stone con las que disfrutar una abrasadora tarde o noche estival
Las 10 películas hacen explícita referencia al calor. Algunas de ellas se abren con el primer plano de un ser humano sudando hasta las cejas. Y en todas hay un crimen que acaba moviendo a los personajes entre el infierno del termómetro y el de la desolación. Al thriller, como género, siempre le sentó bien el calor. También la nieve y el frío. Lo que no suele haber, o es que quizá tengan menos gracia o sean menos memorables, son thrillers de entretiempo. He aquí una selección de 10...
Las 10 películas hacen explícita referencia al calor. Algunas de ellas se abren con el primer plano de un ser humano sudando hasta las cejas. Y en todas hay un crimen que acaba moviendo a los personajes entre el infierno del termómetro y el de la desolación. Al thriller, como género, siempre le sentó bien el calor. También la nieve y el frío. Lo que no suele haber, o es que quizá tengan menos gracia o sean menos memorables, son thrillers de entretiempo. He aquí una selección de 10, disponibles en plataformas, con los que disfrutar una abrasadora tarde o noche de verano.
‘A pleno sol’ (1960), de René Clément
La primera de las dos grandes adaptaciones de la novela de Patricia Highsmith (la otra, El talento de Mr. Ripley es, si acaso, aún más elegante) encuentra en la casi arisca belleza de Alain Delon su Ripley perfecto. El tórrido verano italiano de un acomplejado y eterno aspirante a la clase alta, que halla en el disfraz de convertirse en otro la mejor arma para el asalto al poder. La dimensión pérfida de un sociópata al que no podemos dejar de mirar, y casi de admirar. A Highsmith le encantó, y la mítica cantante Marie Laforêt debutó en ella como actriz. Disponible en Filmin.
‘El perro rabioso’ (1949), de Akira Kurosawa
Un policía novato pierde su pistola en el tranvía a manos de un carterista y, sin ella, también se desvanece la honra del profesional. Herido en su orgullo, duda entre presentar su dimisión o iniciar una obsesiva búsqueda del culpable por los bajos fondos, acentuada por las sucesivas muertes con cada una de las seis balas de su Colt extraviado. “Los perros rabiosos solo ven lo que están buscando”, dice un poema japonés, y Kurosawa filma la búsqueda por interiores que parecen un horno y exteriores marcados por la posguerra mundial: miseria, prostitución, cartillas de racionamiento, drogas. Con ecos del cine negro americano, El perro rabioso supuso la primera colaboración entre Kurosawa y Toshiro Mifune. Disponible en Plex.tv.
‘En el calor de la noche’ (1967), de Norman Jewison
En un pueblo del sur de Estados Unidos un empresario que pretendía “dar trabajo y riqueza” a los lugareños aparece muerto en la calle con un golpe en la cabeza. Al sheriff y sus ayudantes solo se les ocurre detener al primer negro que pillan por banda, que resulta ser nada menos que un policía y especialista en homicidios de paso por el lugar. Un delincuente blanco llega a plantear al personaje de Sidney Poitier la más infame y reveladora de las preguntas: “¿Por qué vas vestido como un blanco?”. Investigación policial y retrato sociológico de los prejuicios raciales en los Estados Unidos de los sesenta. Oscar a la mejor película, fotografía del maestro Haskell Wexler, y banda sonora con toque jazz de Quincy Jones. Disponible en Movistar y Filmin.
‘Giro al infierno’ (1997), de Oliver Stone
El clásico pardillo del cine negro que cambia de sentido existencial al girar con su coche hacia un poblacho de mala muerte junto al desierto, y encuentra el más misterioso de los ofrecimientos: un marido que quiere que mate a su mujer; y esa misma mujer que pretende que acabe con su esposo. Stone se vuelve loco con la cámara y el montaje, hace del gran angular su sello de estilo y los intérpretes se lo pasan bomba mirándose con ojos de querer fornicar en cada plano. Mientras, Ennio Morricone recupera su banda sonora para La clase obrera va al paraíso, se emula a sí mismo, le añade unas notas de vitriolo, y acaba de redondear una obra que a veces parece más un dibujo animado del Correcaminos y el Coyote que una película de acción real. Disponible en Filmin.
‘El corazón del ángel’ (1987), de Alan Parker
En cuestión meteorológica, el thriller más singular de la selección: comienza entre la nieve de Nueva York y acaba entre el sudor y las tormentas de Nueva Orleans. Mentira: acaba en el infierno, pero esa es otra cuestión. Mediados de los años cincuenta, un detective privado recibe el encargo de encontrar a un antiguo cantante que volvió de la guerra con amnesia, y se desconoce si vive o yace bajo tierra. Vudú, crímenes, sexo, blues, remordimientos, pasiones prohibidas. Y el aura bíblica y diabólica que rodea a sus protagonistas ya desde sus nombres: Robert De Niro es Louis Cyphre y Mickey Rourke, Harry Angel. Un neonoir generacional que impactó en los ochenta, y que hoy anda demasiado olvidado. Disponible en Filmin.
‘Obsesión’ (1943), de Luchino Visconti
La más social de las cuatro (magníficas) adaptaciones de la novela El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain. De hecho, más que en clave genérica, en el thriller o en el cine negro, se la suele encuadrar como antecedente de un movimiento artístico plenamente crítico con la sociedad de su tiempo: el neorrealismo italiano. Pero, en esencia, es la misma historia de una desaforada pasión adúltera que culmina en muerte. La mísera existencia de unos seres a la deriva, que se topan con el deseo como único resquicio con el que escapar de una atmósfera sórdida. Mussolini ordenó destruir los negativos de todas las copias, pero es obvio que alguna se le escapó. Disponible en Amazon.
‘La ventana indiscreta’ (1954), de Alfred Hitchcock
Una ola de calor, una pierna escayolada, nada que hacer y un vecindario frente a tu ventana repleto de naderías que pueden convertirse en el mejor de los divertimentos para un buen mirón. Solo falta lo que parece un crimen, y el enfermizo concepto del suspense y del saber mirar, tanto de Hitchcock como del fotógrafo interpretado por James Stewart. En palabras de François Truffaut: “Todos somos voyeurs. Stewart en su ventana se encuentra en la situación de un espectador que asiste a una película”. De fondo, la sorna del maestro: las (malas) consecuencias del amor, y un protagonista al que le da pereza casarse con Grace Kelly. Ver para creer. Disponible en Movistar y Filmin.
‘Sed de mal’ (1958), de Orson Welles
Cine negro aún más expresionista de lo habitual. Personajes extremos, comportamientos extremos y parafernalia técnica extrema. Importantes rupturas del ritmo, alternando planos secuencia muy largos con otras escenas en las que cada plano dura apenas un segundo. El desasosegante regreso de Welles a Hollywood, donde no había rodado desde Macbeth, diez años atrás, es uno de los más señeros ejemplos de que se puede hacer una obra maestra básicamente desde la forma. El fondo, aquí, es lo de menos. Fronteriza, enfermiza y grotesca, Sed de mal tiene al propio director como el más sudoroso e impresentable de los policías. Tan violento como su propia utilización del blanco y negro en la fotografía. Disponible en Filmin.
‘Barton Fink’ (1991), de Joel Coen
El calor es tal que el papel pintado se está despegando, quejoso también, incapaz de mantenerse firme sobre la pared. Cae sobre la cabeza y el pensamiento de un dramaturgo con terror al folio en blanco, al que desde Hollywood han camelado para escribir una película. Los mosquitos hacen su agosto en la cara de un John Turturro apocado en un infernal territorio que desconoce. Comedia negra con fondo de thriller de estilo, Barton Fink fue pergeñada por los Coen cuando ellos mismos sufrieron un bloqueo con el guion de Muerte entre las flores. Primera película en ganar en Cannes la Palma de Oro y los premios al mejor director y al mejor actor. Disponible en TCM y Filmin.
‘Detour’ (1945), de Edgar G. Ulmer
“¿De dónde vienes?”. “Del este”. “¿Adónde vas?”. “Al oeste”. En esa parquedad de respuestas, gesto torvo, mirada perdida, frente arrugada, surcos de sufrimiento, sudor de vida perra, hay ya un personaje fascinante: un pianista reconvertido en autoestopista. Con cuatro duros e intérpretes de tercera fila, Ulmer articuló una obra de culto. Cine negro de seres humanos ásperos, actitudes cínicas y destino marcado de antemano. En ninguna otra película dos personajes, un hombre y una mujer, se hablan durante tantos minutos seguidos como si se estuvieran escupiendo a la cara en cada una de sus frases. Otro posible título para Detour: El hombre que mataba por casualidad. Disponible en Filmin.