Péter Eötvös, premio Fronteras del Conocimiento

La Fundación BBVA reconoce la síntesis entre tradición y vanguardia del director de orquesta y compositor húngaro, que ha desarrollado “un lenguaje musical innovador”

El compositor y director de orquesta húngaro Péter Eötvös, en septiembre de 2019 en la Escuela de Música Reina Sofia, Madrid.Jaime Villanueva

Los problemas contemporáneos encuentran acomodo en la música de vanguardia. Péter Eötvös (Transilvania, 77 años) ha pasado a la historia por hacerse eco en sus distintas facetas ―compositor, director y pedagogo― de los grandes relatos que hilvanan el presente. Por encargo de cuatro orquestas italianas, en 2016 escribió Alle vittime senza nome, memoria de los refugiados africanos que mueren en el Mediterráneo. En sus piezas operís...

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Los problemas contemporáneos encuentran acomodo en la música de vanguardia. Péter Eötvös (Transilvania, 77 años) ha pasado a la historia por hacerse eco en sus distintas facetas ―compositor, director y pedagogo― de los grandes relatos que hilvanan el presente. Por encargo de cuatro orquestas italianas, en 2016 escribió Alle vittime senza nome, memoria de los refugiados africanos que mueren en el Mediterráneo. En sus piezas operísticas también ha denunciado la retahíla de prejuicios que enfrenta una pareja de hombres seropositivos (Angels in America, 2002) o las guerras en Oriente Próximo (Oratorium balbulum, 2015). Por esto, entre otras cosas, ha logrado el Premio Fronteras del Conocimiento que concede la Fundación BBVA, el mayor dotado de su categoría: 400.000 euros.

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La organización ha anunciado la decisión este viernes, destacando su “importancia artística, originalidad y contribución al avance de la música desde la segunda mitad del siglo XX”. Composiciones instrumentales, para coro o solista, que han interpretado los conjuntos más importantes del mundo. Joana Carneiro, presidenta del jurado y directora principal de la Orquesta Sinfónica Portuguesa y el Teatro São Carlos, subraya que el maestro húngaro ―como los grandes de la historia― ha encarado los retos de su tiempo, “experimentado con la música acústica, la tecnología, los espacios y los músicos. Mediante un lenguaje afectivo, pero a la vez nuevo, con mucha creatividad y originalidad”. Un camino que le ha acercado al gran público, siempre dispuesto a dejarse sorprender.

En conversación por videoconferencia desde Budapest, donde reside gran parte del año, Eötvös ha alabado a quienes continúan acudiendo a los teatros y coliseos: “Como directores de orquesta solemos decir que los espectadores no solo están detrás de nosotros, sino que los sentimos sobre nuestra espalda. Y cuando surgen estos momentos de atención llena de encanto, los percibimos como una sola persona que escucha y mira”. Durante 13 años el húngaro llevó la batuta del Ensemble InterContemporain, institución de referencia en la música contemporánea. Celebra la mención del jurado a sus plusmarcas también en otros ámbitos, la composición y la pedagogía: “Supone el reconocimiento a toda mi trayectoria, porque las tres profesiones forman una unidad. Lo que logro en una de ellas, me sirve en las otras dos”.

Desde hace una década imparte seminarios en la Escuela Superior de Música Reina Sofia (Madrid), cuya orquesta de alumnos también ha dirigido. “Me parece muy importante que nuestra generación de músicos deje huella en los jóvenes”, apunta, sabedor de la importancia de un mentor. A él lo respaldaron dos incendiarios vanguardistas: Karlheinz Stockhausen, en los sesenta, y después el francés Pierre Boulez. A España no solo le une su vocación didáctica, también cierta mistificación del pasado árabe que está patente en su retrato sonoro a la Alhambra, concierto para violín estrenado en la ciudad andalusí y que suena esta semana en Múnich. El autor se afana ahora en retocar su undécima ópera, que quiere presentar el año próximo. Está basada en un texto del dramaturgo noruego y eterno aspirante al Nobel Jon Fosse.

Eötvös suele aliarse con fenómenos literarios, tanto vivos como muertos. En 2008 deshizo el mal de ojo que pesaba sobre las adaptaciones de Gabriel García Márquez. A través del barroco hispano y el canto gregoriano, recompuso la historia de Sierva María de todos los Ángeles, endemoniada hija de un marqués que acaban criando sus esclavos. Lo mismo hizo en Tri sestry (1998), su primera gran ópera de impacto, basada en Tres Hermanas de Anton Chejov. El resultado bien podría considerarse un ejemplo de su capacidad para sintetizar la tradición europea y ensanchar sus audiencias: el estreno en la Ópera Nacional de Lyon supuso tal éxito que después se ha representado más de 150 veces. “Nada en comparación con lo que puede hacer una obra emitida en directo por internet”, zanja el maestro.

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