Cinco novelas sobre la pasión por las librerías

84 Charing Cross Road, de Helen Hanff (Anagrama)

Aunque en verdad no es ficción, este entretenidísimo intercambio de cartas entre una irascible lectora neoyorquina y un librero inglés se lee como si lo fuera. Refleja cabalmente el espacio amoroso que una librería puede llegar a crear.

La librería, de Penelope Fitzgerald (Impedimenta)

Si la profesión de librero tiene algo de martirio, esta delicada novela de Fitzgerald es la crónica de una apasionada mártir cuya vocación está destinada al fracaso pero no por eso es menos gloriosa. Los esfuerzos de una mujer para establecer una librería en un pueblo perdido de Inglaterra resultan un verdadero acto de valor intelectual.

El librero de Kabul, de Asne Seierstad (Maeva)

No toda librería goza de la protección que una sociedad letrada brinda, siquiera teóricamente, a sus instituciones culturales. La novelista noruega Asne Seierstad investigó la democracia naciente en Afganistán y registró, a través del personaje del librero Sha Muhammad Rais, los feroces contrastes entre la tradición patriarcal y el despertar republicano en uno de los lugares más conflictivos de la tierra.

Mendel el de los libros, de Stefan Zweig (Acantilado)

Esta es la sencilla historia de un librero cuyo comercio se ejerce, no en una tienda, si no en los cafés intelectuales de Viena y que, por ser judío, es acusado falsamente de colaborar con el enemigo y enviado a un campo de concentración. A su regreso, el mundo ha cambiado: sus clientes han desaparecido y Mendel ha sido olvidado. ¿De qué sirve la literatura en un mundo así? Doce años después de publicar esta corta novela, Zweig se suicidaría en su exilio brasilero.

Bibliomanía, de Gustave Flaubert (Olañeta)

Basado en el caso real de un bibliómano español y asesino, Bibliomanía es uno de los primeros relatos de Flaubert. Lo escribió cuando tenía tan solo 14 años, después de leer la crónica del caso en un periódico. Es un retrato feroz de la pasión libresca llevada a la locura.