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MÚSICA

La nueva anormalidad de The Strokes

Con 'Is this it' enseñaron a los sosos a bailar y a los feos a ligar. Desde entonces, han vivido una de las más tremendas decadencias que haya protagonizado una banda de rock. Su nuevo disco, 'The New Abnormal', denota una sensible mejoría

Los integrantes de The Strokes, en una imagen promocional de 'The New Abnormal'.
Los integrantes de The Strokes, en una imagen promocional de 'The New Abnormal'.RCA
Xavi Sancho

El caso de The Strokes es digno de estudio. Jamás un grupo ha sido tan puesto en duda cuando era bueno y tan perdonado e incluso jaleado al tornarse pésimo. Cuando surgieron, la prensa musical –y por entonces, el grueso del público de la banda– aún creía que la forma de reivindicar su valor era ir en contra de los gustos masivos. Entonces, The Strokes tal vez eran muy literales, pero, sin duda, eran imperiales. Más tarde, esa misma prensa –y muchos de sus clientes objetivos–, con el fin de mantener su relevancia, decidió doblegarse por completo a los gustos, digamos, populares. Entonces, The Strokes eran ya un grupo cuyo mayor mérito era que cuando creías que ya habían tocado fondo, se mostraban capaces de excavar un poco más en el subsuelo con su siguiente disco.

Arrancaron cuando ser diferente era un valor al que aspirar y, milagrosamente, se han tenido en pie hasta hoy, cuando ser diferente es sinónimo de elitismo, esnobismo y soberbia. A ojos de este nuevo paradigma, la banda edita The New Abnormal, un disco que no le granjearía un contrato a ningún artista novel, pero que, aunque muchas veces a regañadientes, se alaba, más que nada porque parece menos complicado que criticarlo. Vivimos un tiempo en que solo golpeamos al que ya está en el suelo.

En 2001, el lanzamiento de Is this it se entendió por parte del público como una revolución. Amanecía un nuevo mundo, uno de temas cortos y pasivoagresivos, pantalones pitillo, zapatillas Converse y bares nuevos que parecían viejos. Una vez más, esa idea de que, aunque todo parecía estar mal, todo iba a salir bien. Eso pilló sorpresa a la facción más elitista, que vio cómo se abría una grieta entre sus filas y muchos se alistaban en el rock que podían entender las revistas de tendencias y desertaban de la música que solo creían entender ellos, muchas veces porque ellos eran lo únicos que hacían el escuerzo de entenderla. Aunque suene contracultural, The Strokes tienen parte de mérito en que quien solo escuchaba rock o indie hoy pueda escuchar reguetón y disfrutarlo. Enseñaron a los sosos a bailar y a los feos a ligar.

Arrancaron cuando ser diferente era un valor al que aspirar y se han tenido en pie hasta hoy, cuando ser diferente es sinónimo de elitismo, esnobismo y soberbia

Nadie quiere ser hoy aquel tipo que tras el debut de la banda afirmó que los de Julian Casablancas eran un ejercicio retro acometido por niños pijos con demasiado tiempo libre. Todo lo que hacían The Stokes lo habían hecho ya Television, Ramones o The Velvet Underground. De acuerdo. Pero ninguno de los grupos lo habla hecho así y, sobre todo, no lo estaba haciendo entonces. La dialéctica aquella de que no tiene sentido escuchar algo porque recuerda a algo que alguien en los sesenta o setenta ya había hecho mejor ya la discutieron Oasis y, aunque su triunfo no fue rotundo, si sembró la duda entre las filas enemigas. Y por esas dudas se colaron The Strokes. Aún hoy, Is this it es celebrado como una de las cimas musicales de la primera década de este siglo, la de la explosión definitiva de la retromanía, aquella en que, durante un buen rato, se dejó de pensar en hacer algo nuevo y se centró casi todo el mundo en hacer algo divertido. Todo era muy divertido. Fue un buen rato.

Lo que hemos visto desde aquellos Strokes del año 2001 es una de las más tremendas y salvajes decadencias protagonizadas jamás por una banda de rock. Cada álbum era un poco por que el anterior, hasta la llegada de Angles (2011), que era mucho peor que su predecesor (First Impressions On Earth, un disco que realmente creía que perfumarse puede sustituir ducharse). Comedown machine (2013) ya era tan pésimo que ni ellos mismos se vieron con fuerzas de defenderlo. A pesar de ello, mantenían una base de fans tan leal (y numerosa) que encontraba solaz en estos discos. Por su parte, la prensa aún se mostraba aterrorizada ante la posibilidad de estar dejando mal una obra maestra, otro cambio de paradigma. Entre los que no sabían pero creían que sí y los que sabían pero no se atrevían a decirlo, aquello estaba tomando un cariz realmente preocupante. Sobre todo, porque daba la sensación de que los únicos que entendían lo que estaba pasando e incluso estaban tomando medidas al respecto era los cinco miembros de la banda. Con sus proyectos en solitario, su forma de airear sus malas relaciones personales y su negativa a salir de gira estaban mandando una serie de señales nada sutiles sobre lo que sucedía. Pero nadie escuchaba lo que de verdad valía la pena escuchar.

The New Abnormal llega casi dos décadas después de su debut. Si aquel Is this it salió poco después del 11-S –el tema New York City Cops, ensayo contra la policía neoyorquina fue eliminado de las primeros CDs en EE UU–, este llega a las puertas de una pandemia. Pero si aquel disco cambió el mundo –no lo mejoró ni empeoró, simplemente lo cambió–, este no va a cambiar nada. Si acaso, ofrece síntomas de reagrupamiento en la banda. Que la gente se lleve bien casi siempre es bueno. Algo dislocado, con temas excesivamente largos, unos brillantes (The Adults Are Talking, Eternal Summer, At The Door), otros directamente inservibles (Selfless, Not The Same Anymore, Why Are Sundays So Depressing?), el álbum parece necesitar, al menos, otro año de cocción, además de alguien que les dijera que igual sacar como single de adelanto un tema como Bad Decisions –tan clavado al Dancing With Myself de Billy Idol que han tenido que incluirle en los créditos junto al coautor de aquel clásico, Tony James,– no lanza un mensaje tranquilizador a socios y accionistas. Eso sí, ha sido bien recibido. Hasta aquí, nada nuevo. Lo que sí ha cambiado es que, por primera vez, se ha utilizado con The Strokes –y no de forma retórica– aquel sintagma tan del mundo de la música del mejor disco desde. El pobre David Bowie se pasó 20 años haciendo su mejor disco desde Scary Monsters. The New Abnormal es el mejor largo de The Strokes desde, si es usted un optimista, Is this it, o, si es usted un realista, desde Room On Fire. ¿Pero es un buen álbum? Eso ya hace mucho tiempo que, con esta banda, dejó de importar.

The New Abnormal. The Strokes. Cult/RCA Records. Disponible en Spotify.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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