Tragedia para diez espectadores
'Sea Wall', tristísimo monólogo de Simon Stephens, resulta aún más triste cuando lo interpreta Nacho Aldeguer en un minúsculo escenario
El principal gancho de esta función titulada Sea Wall es el lugar en el que se desarrolla. Somos diez espectadores metidos en un iglú de plástico transparente instalado en los jardines del Teatro de la Abadía de Madrid. No es capricho, la ruptura de la convención espacial es siempre una invitación a estar y mirar de otra manera. Parece que esta propuesta lo que quiere es conseguir la mayor intimidad posible, la ruptura de la cuarta pared, una identificación emocional total del público con lo que ocurre en el escenario, que nos olvidemos incluso que estamos en un teatro. La antítesis del distanciamiento brechtiano, en fin.
Ese objetivo se cumple con creces. Son las cinco de la tarde y se supone que se nos ha convocado a esa hora para que el crepúsculo actúe como suave telón de fondo, pero el temporal Gloria impone otra escenografía: llueve, hace frío y viento. Da igual, casi es mejor, teniendo en cuenta que la obra es el monólogo tristísimo de un hombre que acaba de sufrir una tragedia. La peor tragedia que uno puede imaginar. No voy a desvelarla porque además no importa, lo que importa es cómo el protagonista la va desgranando, cómo la entrelaza con su vida cotidiana, de manera que parece que estamos escuchando a un amigo contándonos su desgracia, no a un actor. Es en parte mérito del autor del texto, el británico Simon Stephens, pero también de su intérprete, Nacho Aldeguer, que borda el papel sin sentimentalismos. Y por supuesto, como decíamos al principio de esta crónica, del espacio: ese iglú-refugio desde el que se divisa, amenazante, la tormenta. La tragedia siempre acecha.
Sea Wall. Texto: Simon Stephens. Dirección: Carlos Tuñón. Versión e interpretación: Nacho Aldeguer. Teatro de la Abadía. Madrid. Sábados intermitentes, hasta el 3 de julio.
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