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PURO TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Antes de que anochezca

Míriam Iscla emociona con su delicadeza en 'Abans que es faci fosc', una conmovedora historia de Hattie Naylor, dirigida por Pep Pla

Marcos Ordóñez
Míriam Iscla, en 'Abans que es faci fosc'.
Míriam Iscla, en 'Abans que es faci fosc'.DAVID RUANO

¿Qué es lo que te llega al alma en un drama? La veracidad de la situación. El equilibrio de los sentimientos. Lo que no te aparta del personaje, lo que te hace creer en él. La realidad exenta de cursilería. La delicadeza de Míriam Iscla y Anna, su personaje, en Abans que es faci fosc, en el Espai Lliure, donde se estrenó el pasado verano y al que ha vuelto. En el original, la obra se llamaba Going Dark, y su protagonista un astrónomo llamado Max, a cargo de John Mackay. Era una coproducción entre el Young Vic y el Science Museum de Londres. El texto lleva la firma de Hattie Naylor, autora de Ivan i els gossos, otro monólogo, que se vio en el Lliure en 2012. Going Dark fue un éxito de la compañía experimental Sound & Fury, la temporada 2013-2014. Neus Bonilla y Carme Camacho lo han traducido certeramente al catalán. La propuesta escénica es de Míriam Iscla.

Pienso en sus trabajos que prefiero, y veo a la feroz Goneril del Rey Lear que dirigió Pasqual; en Juana, la profesora racionalista de El chico de la última fila, de Mayorga, a las órdenes de Lima (en la Beckett), y veo la cima de Dona no reeducable, de Stefano Massini, que Pasqual también puso en escena, de nuevo en el Lliure, lucha y muerte de la periodista Anna Politkóvs­kaya. Tantas veces he mirado a Míriam Iscla y he visto una persistente mezcla de fragilidad y valentía, de pasión y razón, y he creído ver la mirada delicada y fiera, y la risa apasionada de Anna Lizarán, a ratos una suerte de herencia, a ratos una fantasía de resurrección.

Abans que es faci fosc es un relato con el tono de Ray Bradbury. Anna da conferencias divulgativas en un planetario. En otra boca, sus charlas serían igualmente didácticas pero quizás no nos transmitirían la pasión por su trabajo ni, por encima de todo, por la pequeña Maria, su hija de 6 años: la cercanía entre ambas, el mismo humor, la misma imaginación. Anna y Maria convierten la ciencia en un gran juego. La niña es invisible, y es cierto que su voz (y la sabia actuación de Iscla) nos la hace sentir, pero creo que ganaría en fuerza y tensión dramática (jugando o enfrentándose) si las viéramos cara a cara en escena, aunque el gran hallazgo de la autora radica en que el monólogo (a ratos diálogo) de Anna sabe ser poético y científico sin aburrirnos. Tiene mucho de mito, de cuento a la hora de acostarse, como el relato de Dhruva Tara, narrado en el planetario como lo haría un personaje de Peter Brook. Abans que es faci fosc es una historia de valentía. A Anna le diagnostican retinitis pigmentaria, una enfermedad ocular sin remedio, pero para seguir al lado de Maria decide hacer frente al miedo y a la oscuridad, a la ira por la injusticia de la separación. No quiere renunciar a decirle la verdad, lo que está sucediendo: su lucha con la enfermedad. En estos casos, lo de menos es la memez del spoiler. Lo importante es cómo reacciona alguien sobre quien parece caerle encima la mismísima Andrómeda: lo terrible de los pasos hacia la ceguera. Y vemos a Anna tratando de mostrarse fuerte ante su hija, contarle la enfermedad como la evolución de las estrellas hasta que estallan, colapsadas, y se convierten en supernovas. O sus pugnas de heroína con los burócratas que tratan de quitarle a su hija.

Hattie Naylor puede escribir cosas como esta: “En la cocina. A todo volumen suena Green Onions, de Booker T. and the MG’s. Anna se venda los ojos y practica para preparar el bocadillo que Maria se llevará a la escuela”. Vuelven escenas como el recuerdo de Anna cuando era pequeña, con su madre, inmóviles bajo la lluvia. Despidiéndose. Sin palabras. O la pequeña Maria preguntándole a Anna cómo es quedarse ciega. Hay momentos tremendos: las alucinaciones de Anna, resueltas con gran sencillez y con repentina dureza. Pero siempre acaba llegando la belleza, revivificada por el agua de la tormenta. Y la emoción purísima (de nuevo: no se puede explicar, solo enunciarlo y verlo) de Maria contándole a Anna lo que ve a su alrededor, juntas bajo la lluvia.

Hay un cuarteto de voces en off encabezado por Daniela Lucas (Maria) que completan Rosa Cadafalch (oculista), Lluís Soler (voz del planetario) y Toni Ubach (técnico). Destacan el espacio sonoro (Toni Ubach), la iluminación (Joana Serra), el vídeo (Vicenç Viaplana) y el espacio escénico de Xavi Erra, imaginativo y al mismo tiempo realista, con la sencillez de un círculo giratorio que recrea el movimiento del universo y lo concentra en la amenaza de los sonidos de una calle desbordada de coches. Toda esa gama de sensaciones está subrayada por la mano sutil del director Pep Pla.

Abans que es faci fosc. Texto: Hattie Naylor. Dirección: Pep Pla. Espai Lliure. Barcelona. Hasta el 20 de octubre.

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