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MÚSICA

Sheila Chandra: “La etiqueta ‘world music’ es una forma de ‘apartheid”

Triunfó mundialmente con 16 años mezclando pop y sonidos de la India. Con 27 tuvo un accidente que dejó maltrecha su laringe y frenó su fulgurante carrera. Un sello barcelonés reedita ahora su mítico ABoneCroneDrone

Sheila Chandra en 1996, año de la publicación original de ABoneCroneDrone. 
Sheila Chandra en 1996, año de la publicación original de ABoneCroneDrone. Aditiya Bhattacharya

Sheila Chandra era una voz. Británica de 1965 y de origen indio, sus inicios fueron fulgurantes. Con siete años era actriz infantil en una famosa serie de la BBC, Granted Hill. En 1982, con 16, conseguía un éxito pop mundial, Ever So Lonely, con un grupo, Monsoon, que se salía de la norma en la era del tecno pop. Inventaron un estilo, el indi pop, que fue precursor de lo que luego se conocería como world music.

Progresivamente se fue alejando del pop para entrar en un mundo mucho más experimental, que culminaría con tres álbumes para Real World, el sello de Peter Gabriel, en el que combinaba multitud de tradiciones, desde la celta hasta la india. Desarrolló técnicas vocales que en aquel momento estaban casi olvidadas en el pop occidental. Ayudada en la producción por otro componente de Monsoon, Steve Coe, usaba la voz como un instrumento más. Una vuelta de tuerca a la denominada drone music, un estilo más centrado en el sonido que en la melodía o el ritmo. El último de esos álbumes, ABoneCroneDrone, de 1996, acaba de ser editado por primera vez en vinilo por un pequeño sello barcelonés, Passat Continu Records.

Pero cuando lo grabó, su voz ya tenía los días contados. En 1992, Sheila Chandra tuvo un grave accidente de coche. Tuvo que ser intervenida de urgencia para no perder la vista. No había tiempo para delicadezas y la intubación se hizo sin demasiado cuidado. A la larga aquel detalle acabó con su carrera. “Después de la operación de emergencia tuve problemas con mi voz. Eso limitó mi producción y mi capacidad de experimentar a partir de ese momento”, recuerda. Durante 16 años mantuvo a raya su dañada laringe usando drásticas medidas de protección. Si tenía un concierto, Chandra ensayaba una hora al día. Eso significaba no hablar absolutamente nada con nadie el resto del tiempo. Tenía que elegir, todo lo que podía tolerar antes de que el dolor fuera insoportable eran dos horas de charla o esas prácticas.

“Pero en 2010, probablemente porque había cantado tantas veces con dolores en la garganta, desarrollé el síndrome de la boca ardiente (dolor neurológico en la boca, desen­cadenado en mi caso al hablar o cantar). Está relacionado con la menopausia, pero el neurólogo que vi me dijo que mi cuerpo probablemente había llegado al límite. Si solo sufriera una forma de dolor, podría haber continuado con el canto de manera limitada. Pero dos son demasiado. Ahora me veo obligada a guardar silencio la mayor parte del tiempo, aunque hablo momentos específicos a la semana para que mi voz no se atrofie”, contesta en un largo e-mail. Reconvertida en escritora, esta reedición es lo más cercano a un nuevo lanzamiento que jamás podrá hacer.

PREGUNTA. ¿Cómo lleva la pérdida de la voz?

RESPUESTA. Personalmente, tengo una gran sensación de pérdida. Había nacido para cantar. Y la pena por haber perdido la voz no se me va. Lo complica más no poder hablar mucho en mi vida diaria. Limita mi vida social y me deja muy aislada. Pero es parte del síndrome. No es bueno emocionalmente. Afortunadamente estoy rodeada de buenos amigos.

P. Cuando empezó, el término world music no existía. ¿Qué pensaba de él entonces y qué opina ahora?

R. Es cierto, no había nada. Monsoon era una rareza. Lo bueno fue que cuando tuvimos un éxito masivo en el mundo, quedó claro que era un estilo viable y que había que tomárselo en serio. Pero lamento que inventaran el término world music. Ha generado una forma de apartheid. Si Monsoon vendiera lo mismo ahora, no entraría en la lista de pop, sino en la de músicas del mundo.

P. ¿Puede explicar qué es la drone music?

R. Un drone es una nota constante. Se puede hacer con un instrumento, o con un aparato electrónico, como un secador de manos o una aspiradora. Hace unos 500 años casi todas las músicas del mundo entero estaban basadas en drones, solo hay que escuchar los cantos gregorianos. Pero en Occidente se descubrió la polifonía y eso cambió.

P. ¿Por qué retornó a esa vieja tradición?

Yo había nacido para cantar y la pena por haber perdido la voz no se va. Limita mi vida social y me deja muy aislada

R. La polifonía nos separa de nuestras raíces biológicas. El oído medio emite un drone continuamente. La sangre suena como un drone en nuestras venas. Cuando conectamos con una pieza hecha de drones, no es solo por la melodía, es el hecho de que nuestros cuerpos conectan con ellos instintivamente. Muchas formas de folk, incluso en Occidente los usan.

P. ¿Es esa conexión instintiva la que hace que muchos vean en su música un componente espiritual?

R. No es deliberado, yo soy agnóstica, y aunque no lo fuera, no intentaría imponer un tipo determinado de espiritualidad en nadie. Pero usar drones requiere un nivel de concentración que, sobre todo en directo, altera la conciencia del público. Lo que mucha gente no percibe es que los asistentes también hacen un esfuerzo cuando ven un concierto. Son elementos que por ejemplo se usaban en los templos de la India para que la congregación experimentara lo divino por sí misma.

P. Hubo un momento en el que el sonido de sus grabaciones eran objeto de estudio.

R. En parte era por el trabajo de Steve en la producción. Le contagié mi obsesión por la voz y empleaba muchas horas refinando el sonido. Es sutil, pero está ahí. Sé que alguno de mis discos era escuchado con atención por la industria porque estableció un nuevo estándar en el tratamiento de la voz.

P. Es curioso que su forma de cantar ha llegado a estilos muy alejados. Por ejemplo, The Prodigy usó un sampler suyo para Smack My Bitch Up, una de las canciones dance más famosas de la historia. ¿Cómo reaccionó cuando se enteró?

R. Me mandaron una casete. Me pareció muy agresivo, así que me negué a que usaran un sample de mi voz. Publicaron una edición limitada con mi voz y después usaron a una cantante para que la copiara. Lo hizo bastante mal, por cierto. Pero era bastante habitual en los noventa. Usaban mi trabajo sin permiso y decían que lo habían hecho porque no pudieron encontrarme. Por supuesto, era mentira.

Sheila Chandra. ABoneCroneDrone. Passat Continu Records.

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