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Efectos cada vez más sorprendentes en tiempos de ‘blockbusters’

Las superproducciones de Hollywood y series como ‘Juego de tronos’ han potenciado la labor de los artistas visuales

La secuencia de inicio de la séptima temporada de Juego de tronos antes y después del tratamiento de efectos especiales. En vídeo, un ejemplo del trabajo de El ranchito para la sexta temporada de la serie.
Álvaro P. Ruiz de Elvira

Juego de tronos ha cambiado las reglas de la televisión en muchos aspectos desde su estreno hace casi ocho años. Uno de ellos ha sido mejorar los efectos visuales, terreno en el que la televisión (las series y la publicidad) cada vez está más cerca en términos de calidad de las grandes superproducciones cinematográficas. Lo que marca la diferencia entre ambos mundos, el tiempo y el dinero. Aunque cada vez menos.

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“El espectador de cine es el mismo que el de series. Compara y exige por igual”, dice la artista de efectos especiales Carolina Jiménez, que ha trabajado en los últimos episodios de Juego de tronos, que se estrenará el 14 de abril, en la serie documental Cosmos y en filmes como Aquaman o la próxima entrega de Terminator, que se estrenará en noviembre. “El método de trabajo para ambos campos es el mismo. Se emplean las mismas tecnologías, el mismo tipo de artistas, el mismo conducto de trabajo y la preproducción ha de ser similar. Hasta ahora, el ritmo y el presupuesto eran en lo que más diferían, pero hasta eso está cambiando”, prosigue. "Cualquier efecto, tanto en televisión como en cine o publicidad, necesita esos dos elementos para ser lo mejor posible. Presupuesto para poder contar con los mejores estudios, equipos y artistas, y tiempo para poder realizar el trabajo con la calidad y detalle que se merece. Cuando hoy vemos que una producción cuenta con efectos visuales pobres, en casi todos los casos es porque ha faltado una de estas dos cosas, si no las dos", explica la artista.

La evolución de los efectos en las grandes superproducciones de Hollywood en los últimos años y el éxito en taquilla de películas de acción, superhéroes y ciencia ficción ha favorecido que cadenas como HBO apuesten con claridad por mejorar sus series con grandes presupuestos. Es el caso de ficciones como Juego de tronos [15 millones de dólares ha costado cada uno de los episodios de la octava entrega], Westworld o The Leftovers. "Esa tecnología que está evolucionando tanto [en las grandes películas] está viniendo muy bien a otros formatos que no son tan rígidos o tan a largo plazo como es el cine. Los procesos de años y años los vas recibiendo. Heredas esa tecnología de grandes empresas, que son como los barcos rompehielo, que van abriendo camino y las series y la televisión se van beneficiando de esas aperturas", explica Gonzalo Carrión, director general adjunto de El Ranchito. Esta firma española es responsable de muchos de los efectos de series como The Knick, Lost in Space o algunos de los momentos más memorables de las últimas tres temporadas de Juego de tronos (la famosa reanimación del dragón en el lago de hielo les proporcionó un Emmy) y acaba de ganar su nuevo Goya por su trabajo en la película Superlópez.

"Los estudios de efectos para cine compiten por innovar y mejorar en calidades y tiempos constantemente, lo que hace que los efectos sean más accesibles. Y los artistas podemos trabajar indistintamente en estudios que trabajen para cine o para televisión, lo que hace que el flujo de información y talento sea común a ambos mundos", apunta Jiménez, que comenzó su carrera hace una década en España con la serie Águila Roja.

No todos los efectos visuales son espectaculares, en especial en la televisión, como apunta Carrión:"Los efectos los vemos hoy día como algo solo de dragones, pero va muchísimo más allá. Son los efectos invisibles". El directivo de El ranchito pone como ejemplo la serie The Knick, donde tuvieron que recrear el Nueva York de principios del siglo XX y a ojos del espectador no se sabe qué es real y qué está metido en postproducción. Y cita también ejemplos de elementos básicos, como hacer desaparecer elementos de la pantalla, montar una conversación entre varios intérpretes usando tomas diferentes o añadir a una secuencia rodada en una calle más coches o más peatones para darle más vida.

"Los tiempos cambian, los efectos visuales se hacen más accesibles, la tecnología más competitiva y el modo de presentar y consumir ficción cambia con las plataformas de distribución, las redes sociales... Y el furor que genera Juego de Tronos es algo nunca visto. Rompe esquemas y obliga a subir el listón, y se empiezan a contratar a grandes estudios de efectos visuales de cine para crear los de esta serie. La distancia cualitativa entre cine y series se reduce y difumina, y todo parece empezar a ser posible también en la pequeña pantalla, lo cual es estupendo", concluye Jiménez. La velocidad a la que evolucionan los efectos visuales favorece a los productos pequeños. Llegar al nivel de HBO y Juego de tronos, el gran blockbuster de la televisión, quizá sea demasiado de momento, pero el impulso parece haber funcionado.

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