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Mínima intervención

Una exposición resume la mejor arquitectura española de los últimos años, marcados por la austeridad, la reparación y el respeto al entorno

Anatxu Zabalbeascoa
Acceso al castillo de Jorba (Barcelona), obra de Carles Enrich.
Acceso al castillo de Jorba (Barcelona), obra de Carles Enrich.adriá goula

Desde hace casi tres décadas, la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (BEAU) premia, con una exposición, los proyectos nacionales recientes que a un arquitecto le parecen más sobresalientes. Ese comisario decide así no sólo un panorama nacional, sino también un repertorio de valores propios, una especie de ideario personal de lo que la arquitectura debe tratar de ofrecer.

Así, una BEAU tiene algo fratricida —puesto que son los propios arquitectos los que juzgan los logros de sus colegas, muchas veces competidores— y mucho de autoexigencia, puesto que es la profesión entera la que se somete a un examen bienal. En Madrid, pueden verse ahora los más destacados proyectos de la XIV edición —anunciados en Santander el pasado verano— y expuestos ahora — hasta el 17 de marzo— en La Arquería de Nuevos Ministerios. Luego viajará a Sevilla, París y Nueva York.

Los sevillanos José Morales y Sara de Giles actúan a la vez como comisarios —han elegido a ganadores y finalistas— y como diseñadores de la exposición que muestra esos trabajos. En su faceta de diseñadores, han hecho gala de la austeridad que caracteriza a la mayoría de las propuestas elegidas y han ideado un montaje contenido, elegante, reciclable e ingenioso que, sin embargo, no alcanza a mostrar los proyectos mejor que un simple catálogo. El problema obedece en parte al eterno inconveniente de exponer arquitectura. Pero precisamente por eso, cuando los problemas son viejos se agradece recurrir modestamente a soluciones probadas: no tener que agacharse a leer una memoria o escuchar la información de las tabletas evitando la cacofonía de oír varias a la vez. No sé si unos auriculares, o algo más de altura, afearían el montaje. Sin duda lo harían más funcional.

El mayor valor de la muestra es que muchos proyectos no hubieran sido considerados arquitectura hace una década

La contención y el ingenio de los diseñadores está también presente en su faceta como comisarios. Han bautizado la muestra como Más habitar, más humanizar. ¿Se puede habitar más o se trataría de hacer más habitable? Giles y Morales describen la necesidad de ensanchar la cultura de la arquitectura, aceptar las restricciones, buscar la sostenibilidad y repensar la ciudad buscando un “crecimiento no expansivo sino interior”. Lo que la arquitectura española lleva 15 años tratando de hacer es, en realidad, lo que —salvo un paréntesis de tres décadas— tan bien ha hecho siempre la tradición española. Por eso, el repertorio del que aprender es amplio. Aunque muchos proyectos transformadores del entorno natural no quepan, de momento, entre los mejor considerados.

Así, la selección tiene el valor de buscar la renovación destacando 23 obras y dejando en la cuneta grandes nombres, o grandes hitos, como el CaixaForum en Sevilla de Vázquez Consuegra o el estadio Wanda Metropolitano de sus otros colegas sevillanos Cruz & Ortiz. No se trata de dar lecciones a nadie, pero sí es fundamental indicar que el listado de los mejores proyectistas es cada vez más amplio y variado. Giles y Morales lo hacen. Que casi un cuarto de los proyectos premiados estén en el extranjero —la Escuela en Orsonnens (Suiza) de Ted’A; el Archivo Histórico de Oaxaca (México) de Ignacio Mendaro; la ampliación de la Universidad de Alioune en Senegal de IDOM o la Facultad de Radio en Katowice de Baas— también refleja la realidad nacional.

Con todo, lo más notable, el mayor valor de esta muestra, es que un buen puñado de los proyectos premiados no hubiera sido considerado “arquitectura” hace apenas una década. Hablo de intervenciones tan mínimas como transformadoras: la calle-plaza de Bosch-Capdeferro en Barcelona o la sutil y radical recuperación del acceso al castillo de Jorba (Barcelona) de Carles Enrich. Hacer visible lo invisible es lo mejor que cualquier exposición puede llegar a hacer. Y esa rehabilitación de aceras y edificios pone en valor el patrimonio, permite otra vida para los inmuebles y requiere humildad en los proyectistas. Bien realizada, esa reparación se convierte en una escuela viva de convivencia y en un indicativo de la madurez de una sociedad.

Más habitar, más humanizar. XIV Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo. Sala La Arquería de Nuevos Ministerios. Madrid. Hasta el 17 de marzo.

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