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SOBRE ROBERT GOTTLIEB
Tribuna
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Bob (nadie le dice Robert)

La escritora mexicana describe en este texto la figura de su mentor y editor

El editor Robert Gottlieb en Nueva York en 1974.
El editor Robert Gottlieb en Nueva York en 1974.waring abbott (GETTY)

Todos hablan del impacto que causa entrar a su oficina o a su alguna vez hermosa sala —que él ha convertido en una guarida llena de libros, manuscritos, CD, para tristeza de su esposa, Maria Tucci—. Todos hablan de los inmensos retratos en plástico repujado de tres perros —no recuerdo la raza, pero no importa— que vigilan su escritorio. Mencionan que Bob, el legendario Bob Gottlieb, los recibió en camiseta y sin zapatos. Dicen, algunos con sorna, que es excéntrico, como efectivamente lo es. Pero a mí nada de eso me pareció raro ni digno de recordar, ­porque desde el primer momento quedé alucinada por su capacidad instantánea de diagnosticar el problema con tu texto, tu empleo, tu relación romántica.

“Tu amiga”, me dice, “tu amiga —a quien no conoce— no tendría que haberse quedado en México cuando se divorció. Debería haber regresado a Francia con la niña. Le habría ido mucho mejor”. Y tiene razón.

“El problema con este texto”, dice, hojeando sin detenerse a leer una sola página, “es que no has decidido quién es tu personaje principal”. Por supuesto.

“Quiero entender”, me dice. “Yo soy el editor en jefe de la revista The New Yorker y te estoy preguntando que cuándo vuelves a escribir algo para nosotros, ¿y tú me contestas que no puedes porque te vas a ir a vivir a la Unión Soviética a aprender ruso?”.

“Voy a decirte algo, y quiero que sea tu mantra”, dice, con la irritabilidad con que siempre enfrenta la estupidez. “El hecho de que estés haciendo algo, y haciéndolo bien, no quiere decir que no valga la pena hacerlo. Repítelo conmigo”. No me fui a Rusia, y en cambio en cada curso que he dado he hecho que las participantes repitan este mantra que algún día les salvará la vida.

Desde que se jubiló ha escrito cinco biografías (incluyendo la suya). Si llevo bien la cuenta, también es el recopilador de cuatro antologías (incluyendo una propia). Sigue editando a sus autores preferidos. Reseña espectáculos de danza contemporánea y ballet. Da charlas, es miembro de la junta rectora del Miami City Ballet. Es organizado, chistosísimo, hiperproductivo y cero sentimental. La noche de la reelección de George W. Bush a la presidencia, llamé desconsolada a la una de la madrugada sabiendo que él y Maria eran las únicas personas que contestarían al teléfono sin zozobra a esa hora. Maria y yo nos condolimos, afligidas. “Estoy tan deprimida que no pienso salir de debajo de la cama!”, declaró ella.

“Yo sí”, dijo Bob. “Tengo demasiadas cosas que hacer”.

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