La chica popular quiere ser como los ‘nerds’
Que las chicas como Aitana quieran ser como nosotros, pero nosotros no queramos ser Aitana, es hermoso e inaudito
Como esto no es una cantina legionaria, no puedo transcribir los adjetivos que salen de la boca de muchos escritores y letraheridos cada vez que una estrella de la tele saca un libro, pero son fáciles de imaginar. Tengo unos cuantos amigos que llevan días burlándose con saña de la pobre Aitana Ocaña, a cuenta de su libro La tinta de mis ojos, una miscelánea de textos y dibujos que le ha traído algún pequeño disgusto por interpretar libremente los derechos de autor ajenos y que ha reconocido haber escrito con la ayuda de una coach, que supongo que es la forma millenial de llamar a un negro literario (oficio dignísimo y antaño envidiable que en inglés se dice ghost writer). Hay quien ha titulado diciendo que Aitana quiere jugar a ser escritora.
Entiéndannos: los escritores somos los pringados del patio de colegio global, así que no desaprovechamos ocasión para reírnos de los guapos que cantan bien. Nos vengamos de las veces que nos humillaron en clase de gimnasia y nos rompieron las gafas jugando al fútbol, y yo estoy a favor de la venganza, pero, en el caso de las estrellas como Aitana, creo que yerra. En primer lugar, porque las ventas de Aitana pueden sanear un poco las cuentas de las editoriales, y gracias a ellas los editores publicarán con menos remilgos nuestros ruinosos caprichos de esteta. Pero también porque Aitana, con su ambición libresca, dignifica el mundo de los libros, no lo malbarata: si una chica que goza de toda la fama que perseguía siente la necesidad de reafirmarse con un libro es porque los libros aún son una medida de prestigio, una forma de ennoblecerse. Y eso convierte a los escritores en hijosdalgo: nobles sin pasta, carpantas con levita y comedores de pan duro, pero con casa blasonada. Que las chicas como Aitana quieran ser como nosotros, pero nosotros no queramos ser Aitana, es hermoso e inaudito, y no deberíamos estropear esa magia con chistes tabernarios.
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