Referéndum
La tercera temporada de 'En la sombra' permite en el espectador español analizar en sí mismo y en la clase política el hipotético y metafórico punto esquizoide que pueda y puedan tener
La tercera temporada de En la sombra (Sundance TV), la muy entretenida serie francesa que muestra los entresijos de la política, sus traiciones, miserias y algunos rasgos de grandeza, también permite en el espectador español analizar en sí mismo y en la clase política el hipotético y metafórico punto esquizoide que pueda y puedan tener, o su ausencia, naturalmente.
Partiendo de la base que quien lo padece tiene una percepción alterada de la realidad y que entre los síntomas frecuentes están las creencias delirantes y el pensamiento confuso, sitúense ante una serie que en la que, en su nueva temporada, los escándalos personales amenazan al Presidente de la República con ser arrojado a las tinieblas del paro, lo que naturalmente es utilizado por sus rivales políticos y por quienes actúan "en la sombra", sus asesores de imagen y gestores de sus campañas políticas. El Presidente contraataca planteando un referéndum que le permitirá, si gana, consolidar su poder y en todo caso desviar la atención de los medios sobre sus problemas personales. El espectador comienza a dudar ante lo que ve: ¿se trata de una serie de ficción o un reportaje sobre Cataluña? Es ficción, por supuesto, el referéndum propuesto se realiza en todo el territorio nacional y con todas las garantías legales.
La trama de la tercera temporada recupera con más intensidad la amenaza terrorista de los yihadistas, de un lado, y la labor de la prensa con esa doble vertiente que le caracteriza: la denuncia amarillista de las cuestiones relacionadas con lo que Cioran definía como la unión de dos babas (el amor) y la de su dignificación como servicio público al señalar las tramas de corrupción que surgen entre el poder y las obras públicas, algo evidente para los mas y menos evidente, por ejemplo, para el expresidente Rajoy y su percepción alterada de la realidad pues al explicar en Ecuador las razones de su cese no mencionó la sentencia del caso Gürtel. Es evidente que en ocasiones la realidad es más ficticia que la ficción.
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