Continencia
Los programas sobre viviendas invadidas son frecuentes en las generalistas desde que la crisis del 2008 dejara a cientos de miles a la intemperie
Antonio Machado corregiría hoy su pesimista convencimiento de que de cada diez cabezas españolas, nueve embisten y una piensa. Lo harían al observar la templanza con la que los dueños de los pisos okupados asumen su despojo por mafias que descerrajan, alquilan y realquilan.
Los programas sobre viviendas invadidas son frecuentes en las generalistas desde que la crisis del 2008 dejara a cientos de miles a la intemperie. Rara es la semana en la que TVE, Telecinco, Antena 3 y Policías en acción, de la Sexta, y Cuatro no sirven su ración de broncas, amenazas e impotencia.
Cuando los dueños son banqueros, especuladores de la construcción o sociedades instrumentales, la audiencia siente poca pena, incluso se alegra, pero si se trata de un particular que se ha deslomando para poder comprar una segunda vivienda, ya es otra cosa.
Hierve la sangre si la pierde chuleada por un hampa que se lucra con el desamparo de familias abatidas por el paro y, las menos, por su mala cabeza. Como algunas bandas son inmigrantes y gitanas, pues irrumpe en antena la imprecación racista y xenófoba contra moros, sudacas y calés de mierda.
Aparece en la pantalla la testuz del fatalismo machadiano, derrotando arriba y abajo en un municipio barcelonés: los invasores arrojando sillas desde en balcón, y los vecinos, embistiendo desde la calle ídem de ídem. El pueblo reflexionando. La violencia es garantía de éxito en los ratings, que mandan y orientan contenidos.
La televisión exige novedades, espectáculo, morbo, para despachar equipos. La anciana estafada, el justiciero a sueldo, los churumbeles, la conmiseración. El fenómeno de las casas asaltadas es un filón: sillas voladoras, crueldades sociales y truculencia: una reedición salvaje de la serie Aquí no hay quien viva.
La mayoría de los propietarios acude al juzgado, pero llegará el día en que los magazines de Susana Griso y Ana Rosa Quintana se desayunarán con sangre en los portales.
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