‘La catedral del mar’ no busca gustar a todos
El arranque de la adaptación del superventas de Ildefonso Falcones destaca por la violencia de algunas escenas y la espectacularidad de su apuesta
El pasado septiembre, en el FesTVal —Festival de Televisión de Vitoria— se presentó ante el público el primer capítulo de La catedral del mar. Cuando terminó, la tensión que había en el patio de butacas del Teatro Principal se hizo patente en forma de suspiro colectivo. Los aplausos no terminaban de arrancar. Costó reaccionar. La violencia de la última escena del primer capítulo de la serie, emitido por Antena 3 en la noche del miércoles, llega a cortar la respiración.
La realidad de las clases sociales más bajas en el siglo XIV no era un camino de rosas precisamente. Y en La catedral del mar no se cortan en mostrarlo. Antes, una violación fruto del derecho de pernada que permitía a los señores feudales mantener relaciones sexuales con las esposas de sus vasallos en la noche de bodas ya había sentado las bases de la nueva serie. Porque La catedral del mar, basada en el superventas de Ildefonso Falcones, se quiere reivindicar desde el primer momento como una producción adulta y a la que no le importa no gustar a todo el mundo. No podía ser de otra forma. O se hacía así, o no se hacía. Otro debate sería si era necesaria esa dosis extra de violencia, sobre todo en el tramo final. Hay motivos para defender tanto el sí como el no.
La violencia que se muestra en pantalla y el sufrimiento al que se ve sometido el protagonista del capítulo (el padre del protagonista de la historia, en realidad) es quizá lo más llamativo del arranque de una serie que debería ir ganando en espectacularidad según avance la trama. De momento, se agradece el esfuerzo por cuidar la ambientación histórica y por huir del cartón piedra habitual en las producciones históricas (también lo hay, pero canta menos). Aunque aún nos quede por ver a los protagonistas, los actores cumplen bien y el resultado total es más que digno. Tampoco hay muchos momentos para el aburrimiento en un capítulo más corto de lo habitual en la ficción española, de solo 50 minutos, y en el que la acción es casi constante, con buen ritmo.
Esta es solo la presentación y habrá que esperar a ver cómo avanza la historia antes de tener elementos suficientes para juzgarla. Pero de momento, en su arranque La catedral del mar demuestra que no tiene miedo a mostrar la cruz de una sociedad en la que las cosas no eran precisamente de color rosa para las clases más bajas. Y a quien no le guste mirar, que no lo haga.
El estreno de La catedral del mar fue seguido por 3.859.000 espectadores (22,8%), bastante por encima de Supervivientes: Última hora, con 2.849.000 espectadores (19,8%).
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