‘La verdad’, tensión sin brillo
Dejando a un lado el maltrato al que se ha visto sometida hasta llegar a su estreno, la serie de Telecinco no era para tanto
Muchas veces, las series españolas no solo tienen que luchar por hacerse hueco en la dura competencia con la ficción que viene de fuera y con los programas de entretenimiento, realities y con otras series nacionales, sino que también deben hacer frente a las trabas que les ponen sus propias cadenas. El caso de La verdad no ha sido el primero, ni será el último, de producción maltratada por su canal antes incluso de su estreno. La ficción, que ya tuvo un rodaje complicado en 2016 que se alargó más de lo previsto, ha tenido que esperar casi medio año más de lo planeado originalmente para ver la luz por fin en la noche del lunes.
Dejando a un lado el maltrato al que se ha visto sometida, La verdad es un thriller, género muy de moda entre las series españolas pero que no siempre consigue brillar en su ejecución. Y este es el caso. Con un reparto lleno de grandes nombres (Lydia Bosch, Ginés García Millán, José Luis García-Pérez), el arranque se centra en mantener un suspense agobiante, extenuante, marcado por una música de tensión constante que llega a agotar al espectador.
Una joven —interpretada por Elena Rivera— retenida contra su voluntad logra escapar de su raptor. En su huida, se identifica como Paula García, una niña que desapareció en extrañas circunstancias cuando tenía nueve años. La familia de Paula la acoge sin hacer demasiadas preguntas, pero la policía —del caso se encarga, a petición de Paula, que tonta no es, un agente encarnado por el modelo Jon Kortajarena— y, sobre todo, un periodista que investigó el caso en su momento, desconfían de la versión de la chica. Al final del primer capítulo el espectador ya sabe a qué atenerse, con lo que parece que los 16 episodios previstos serán posiblemente demasiados. Todos los personajes guardan secretos, eso seguro (y toman decisiones que no se logran entender), y todo se irá enredando más y más, eso también. Pero 16 episodios parecen demasiados en cualquier caso.
De momento, ni los personajes consiguen intrigar ni se llega a conectar del todo con el dolor de unos padres que parecen tener horchata en las venas (seguramente por algún motivo justificado). La verdad es que tantas vueltas con La verdad y tampoco era para tanto.
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