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Blogs / Cultura
La Ruta Norteamericana
Por Fernando Navarro
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Marlon Williams o cómo ponerse un maravilloso traje de ‘crooner’

Un músico apenas conocido que está llamado a remover corazones como las mejores voces sentimentales

Frank Sinatra nunca se vio como un crooner, esa acepción que se dio a mediados del siglo pasado para aquellos cantantes que desde el jazz interpretaban con voz grave y acompañados de una orquesta canciones sentimentales populares. No fue un término que le gustase. Sentía que le acotaba. Pero, a decir verdad, nadie puede pronunciar o leer esta palabra sin que le venga a la cabeza el nombre de Sinatra, con su garganta imbatible y su fuerza emocional.

Sucede que desde entonces son varios los músicos que no les gusta esta palabra, como si fuera un estereotipo que limita su música. Es corriente ver cómo algunos de los más destacados crooners, según el imaginario colectivo, han ido zafándose del término que la prensa o las agencias promocionales les han aplicado. Leonard Cohen o Tom Waits han sido algunos de ellos. Es algo que además he podido conocer de primera mano. Richard Hawley me comentó en una entrevista que estaba aburrido de que le llamasen así. Decía que era por encima de todo un compositor, un creador de canciones que salían de varios estilos, sin centrarse en una imagen premeditada de sí mismo. Lo mismo opinaba Father John Misty de sí mismo. Con su voz noctambula y su elegancia, Hawley, tal vez el músico británico que más puede llevarte a recorrer los paisajes sentimentales tan propios del mejor crooner, prefería sentirse un rocker baladista. Nick Cave, al que no sé por qué empezaron a ponerle la etiqueta, lo rechazó de pleno mientras charlábamos por teléfono. Por más que sus baladas sean intensas y tristes, su voz guerrera y dolida más bien podría remitir a un matón callejero dispuesto a partirle la cara al crooner más guaperas. Tan solo Chris Isaak -el gran guaperas por cierto- aceptaba ser visto así, aunque con matices. Me dijo que sólo era crooner en ocasiones, como si fuera un traje que ponerse en determinadas fiestas.

Ese traje parece que se lo ha puesto y de qué manera un tipo apenas conocido en España. Su nombre es Marlon Williams, quien ya fue referenciado en La Ruta Norteamericana hace un par de años por su dramatismo folk en el más que notable disco que llevaba su nombre. Ahora acaba de publicar nuevo trabajo, Make Way for Love, y, como el propio título sugiere, supone una inmersión en las baladas melodramáticas y los medios tiempos seductores.

Conviene reconocer que ya lo venía haciendo. Sus anteriores obras ya guardan este tipo de ecos, enlazándole con el propio Chris Isaak y M Ward en su forma de crear ambientes absorbentes en pocos minutos. Ahora, simplemente, se deja vencer más por el romanticismo hasta el punto de confeccionar una obra preciosa. Bajo la producción de Noah Georgeson, quien se ha puesto a los mandos de Joanna Newsom, da vida a un disco sombrío y luminoso a partes iguales. Once composiciones que muestran todo el talento de este músico de 26 años, una especie de crooner en tiempos modernos. Canciones como What’s Chasin You lleva directamente al espíritu de Roy Orbison, Party Boy hace lo propio con Chris Isaak y Love Is a Terrible Thing con Anthony and The Johnsons. Cuenta también con un bello dueto con Aldous Harding, que bien podría ser su contraparte romántica femenina.

Make Way for Love se perfila ya como uno de los grandes discos del año. Apunten el nombre: Marlon Williams, un músico llamado a hacer algo grande. O al menos llamado a remover corazones como los mejores crooners, aunque seguramente él no se vea con esa etiqueta ni piense por un segundo en ella.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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