Del éxito
Las series danesas, como 'Bajo la superficie', narran historias sin dulcificar las mezquindades del género humano
El caso de Dinamarca es sorprendente: un país con menos de seis millones de habitantes y con una televisión pública, DR, que tiene un presupuesto ocho veces menor que la BBC y la mitad que el de TVE, es capaz de producir las mejores series de ficción de Europa o, cuando menos, mantener un nivel medio en sus producciones extraordinario.
Una de las últimas aportaciones que se ha visto en España (Movistar +) es Bajo la superficie, una entretenida serie de acción sobre el secuestro de 15 pasajeros del metro de Copenhague por un grupo terrorista que exige a cambio de su liberación cuatro millones de euros. Ocho capítulos para los ocho días que duró el secuestro, realizados con la tensión adecuada para mantener el interés.
La serie está creada por dos pesos pesados de la industria: Soren Sveistrup, artífice de la excelente The Killing, y Adam Price, responsable de la extraordinaria Borgen. Bajo la superficie no alcanza la calidad de las citadas pero aprueba con creces e incluye lo que ya parece ser una característica de la ficción nacional: la interrelación de los problemas políticos y sociales con los personales. El actor Søren Malling ofrecía hace tiempo una de las posibles claves del fenómeno: "no tenemos miedo de mirar el lado oscuro". Y así es. Narran historias sin dulcificar las mezquindades del género humano. Describen los entresijos de la clase política sin embellecerla, en un caso, o las miserias del ejército en Bajo la superficie: miran el lado oscuro.
Otra de las claves del éxito danés, probablemente la esencial, la explicaba Ole Bornedal, responsable de 1864, a propósito de la relación de la cadena pública con los guionistas y artífices de las series: "Se les da un montón de espacio y de tiempo para desarrollar la historia, las decisiones no vienen de los ejecutivos sino de los creativos porque al final lo que importa es el sentimiento, la intriga y el realismo". Como aquí.
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