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Columna
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A nadie le gusta el FBI

Todos los géneros tienen sus lugares comunes. Estos tópicos a menudo son un síntoma de que la serie que estamos viendo no se toma muy en serio al espectador

Jaime Rubio Hancock

El detective despierta en su piso, que está sucio y desordenado. Hay una botella de bourbon en el suelo. Le llaman para que acuda a la escena de un crimen y cuelga sin despedirse. Dos agentes muy trajeados del FBI también llegan al lugar de los hechos y todos comienzan a discutir sobre quién tiene jurisdicción. A nadie le cae bien el FBI.

Después de una escena de tensión sexual no resuelta con una compañera, el detective interroga a los sospechosos. Todos tienen coartada menos uno, pero da igual porque el que no tiene coartada siempre es inocente.

El detective se va a beber con un compañero antes de volver casa y quedarse dormido con la ropa puesta. Trabaja 12 horas diarias y bebe durante otras cuatro, pero aun así está cachas. Se ve que el bourbon pesa un montón.

En el minuto 39, el culpable confiesa el crimen. Su abogado le dice que no hable, que no hay pruebas, pero el asesino necesita contarlo. O eso dice.

Esto podría ocurrir en casi cualquier serie de policías. Por supuesto, todos los géneros tienen sus lugares comunes, como podemos comprobar con una visita a TVTropes.org, una enciclopedia online dedicada a los clichés televisivos.

Estos tópicos a menudo son un síntoma de que la serie que estamos viendo no se toma muy en serio al espectador. Pero a mí me gustan. No siempre, claro, solo cuando las veo sin mucho cariño. Por ejemplo, cuando tropiezo por casualidad con un capítulo en los canales de TDT.

Me hacen sentir cómodo y eso está bien de vez en cuando. Sé que no morirá ningún personaje que me caiga simpático, que el detective seguirá siendo un incorregible y que la tensión sexual no resuelta se resolverá en la penúltima temporada. Además, si la estoy viendo con alguien, puedo dejarle ojiplático adivinando quién es el culpable en el primer cuarto de hora. No tiene ningún misterio: el asesino siempre es el secundario que te suena de otras series.

Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Editor de boletines de EL PAÍS y columnista en Anatomía de Twitter. Antes pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor, entre otros temas. Es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', además de la novela 'El informe Penkse', premio La Llama de narrativa de humor.

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