Bochorno
A la ola de calor se une en el caso español la vergüenza ajena


A la ola de calor se une en el caso español la vergüenza ajena, el bochorno, al comprobar en todos los informativos cómo los que en su día fueron miembros de diferentes Gobiernos aznaristas, es decir, tuvieron la máxima responsabilidad política, se comportan como presuntos delincuentes ante la Justicia. Se sientan en la sala en calidad de testigos y se comportan como lo harían los más conspicuos rateros: no saben nada, no recuerdan nada, no les consta nada, aunque, eso sí, remiten todas las culpas a un anciano diagnosticado con demencia sobrevenida.
En su día tacharon de falsos los papeles de Bárcenas, en los que constaban los pagos e ingresos en dinero negro del PP. Después, y tras numerosas investigaciones técnicas y judiciales, se demostraron auténticos. Amenazaron con querellas; algunos, como el entonces poderoso Aznar, las llevaron a la práctica y las perdieron. El extesorero seguía blandiendo sus papeles y sus discos duros —mientras existían— hasta que decidió cambiar de táctica y exculpar a los máximos responsables. Se cambiaron jueces, se acumularon miles, decenas de miles, centenares de miles de folios hasta llegar a la meta soñada: no sabemos nada, no nos consta nada (en eso hay que reconocer la condición de pionera de Esperanza Aguirre), no recordamos nada..., incluso un campeón como Javier Arenas nos deja una perla de su inteligencia al describir una reunión de Rajoy, los Bárcenas y él mismo, cuando el extesorero no tuvo más remedio que dejar su cargo y su escaño en el Senado por los escándalos que se publicaban diariamente, como “una reunión humana, no política”. Da gusto comprobar la finezza de nuestros dirigentes amnésicos.
Naturalmente, el Prestige pilló a Cascos de montería, Rato fue el mejor ministro de Economía del mundo, Acebes aún debe insistir en que el 11-M fue ETA, Mayor Oreja debe de estar todavía en Trento y Arenas sigue asistiendo a reuniones humanas. Un lujo.
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