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Oprah Winfrey hace justicia con Henrietta Lacks

HBO estrena un melodrama que rinde homenaje a la mujer que ayudó a desarrollar terapias para combatir la polio, el cáncer o el sida

Rose Byrne y Oprah Winfrey en la película 'The Immortal Life of Henrietta Lacks'.
Rose Byrne y Oprah Winfrey en la película 'The Immortal Life of Henrietta Lacks'.HBO

La medicina debe mucho a Henrietta Lacks. Era una mujer única. Murió de cáncer hace más de seis décadas, con 30 años. Además, sus células siguieron vivas y se convirtieron en la herramienta biológica que ayudó a desarrollar terapias para combatir la polio, el cáncer o el sida. Pero la identidad de esta agricultora de tabaco quedó enterrada tras la sigla de las dos primeras letras de su nombre y de su apellido. Oprah Winfrey le hace ahora justicia en La vida inmortal de Henrietta Lacks. El melodrama dirigido por George Wolfe, que estrena HBO en la madrugada del sábado al domingo, es la adaptación del libro que publicó Rebecca Skloot en 2010. Esta periodista especializada en ciencia fue la que desenmascaró el origen de estas células con la capacidad excepcional de reproducirse fuera del cuerpo humano.

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La historia se remonta a 1951, en el hospital John Hopkins en Baltimore. En esa misma ciudad comenzó también la carrera de Oprah. “He recorrido las calles donde vive su familia buscando noticias. No sé ni cuántas veces estuve en ese hospital. Y fui a la iglesia, pero nunca escuché nada sobre esta mujer”, admite. “Me enteré porque alguien de mi equipo habló del libro”. Winfrey interpreta el papel de la hija mayor de Henrietta Lacks, Débora. La familia nunca fue informada de que se tomaron muestras de tejidos del tumor en su cuello uterino. Y por supuesto, las farmacéuticas nunca les compensaron por los avances que revolucionaron la medicina. La comunidad negra, además, temía por aquella época que los científicos los usaran como conejillos de indias.

La historia de la ciencia se aparca y la trama se centra en el periplo de una mujer negra que trata de conocer quién fue su madre. “Nadie tiene células que revolucionan la medicina moderna”, señala Wolfe, “pero todos queremos saber quién nos creó”. Débora, añade Oprah, “necesitaba saber de dónde venía para definir su identidad”. Rebecca Skloot, interpretada por Rose Byrne, fue su salvia. La película cuenta la persistencia de la periodista por ganarse su confianza. Para eso tuvo que demostrar que no era otra persona blanca que trata de aprovecharse. Oprah cuenta que la familia quería mantener la historia enterrada, “bien porque el recuerdo era doloroso o porque simplemente no era tan importante.”

El gran reto para Wolfe fue concentrar en 90 minutos una historia tan compleja y emotiva, que mezcla los logros de la científica con cuestiones raciales, religiosas, culturales y éticas. Podría haber ido en cualquier dirección. La solución, explica, fue hacer una película en la que el público aprende con Débora conforme va descubriendo cosas sobre su madre y la ciencia. “Ella organiza”, explica. “Cuando conoces tu historia, puedes delimitarla. Si no, estás atrapado por la definición que la otra gente crea de ti”, añade Wolf. Ese proceso de descubrimiento va alimentando la fuerza de su personalidad. Y la intensidad que alcanza la relación con Rebecca al final la convierte en una aventura de dos personas. “Creo que la película va a provocar que la gente se haga muchas preguntas”, augura Winfrey.

Y no solo sobre la ciencia, también sobre la cuestión racial. “Somos humanos”, apunta, “si no hubiera sido otra forma de discriminación”. Y aprovecha para clamar victoria. “Sí, aquí estamos la negra Oprah y el negro George contando la historia de una mujer negra que nadie sabía quién era y cuya película va a estar en HBO”, concluye, “eso para mí es un gran progreso”.

Contadora de historias

Oprah Winfrey se convirtió en la mujer más poderosa en el mundo del entretenimiento. Lo hizo durante 25 años. Sus entrevistas eran sensacionales y muchas veces controvertidas. Su éxito se basaba precisamente en el valor que le daba a que contaran cómo llegaron a ser lo que eran.

Con la rotundidad que le caracteriza, considera importante contar la historia Henrietta Lacks, “da igual que sea 1961, 1991 o 2017”. Hacerlo con una película, explica, “permite definir, redefinir y afinar” la trama. Cuenta que tuvo que meditar mucho el papel. “Estaba traumatizada”, admite, pero le permitió sacar una rabia contenida. El drama, dice, toca la fibra sensible de una manera que no se logra con una entrevista.

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