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en pocas palabras

“Lo de ser joven se arregla; lo de mujer, no”

Lola Blasco, última ganadora del Premio Nacional de Literatura Dramática, ha presentado en Madrid 'La armonía del silencio'

Hace unos meses, Lola Blasco (Alicante, 1983) se convirtió en la cuarta mujer ganadora del Premio Nacional de Literatura Dramática. Es también la más joven en lograrlo hasta ahora. Acaba de presentar en el teatro Español de Madrid su obraLa armonía del silencio

¿Qué o quién le hizo querer dedicarse al teatro?

La necesidad de traspasar la frontera que mi propio cuerpo suponía, para transmitir un mensaje.

¿Cuál es la última obra que le ha gustado?

El minuto del payaso, de José Ramón Fernández, que interpreta Luis Bermejo. La vi hace unos días. Fantástica.

¿Se ha salido alguna vez de una función a medias?

Una vez, por necesidad. Me parece un mal gesto.

¿Qué obra ajena le habría gustado escribir?

El sueño de una noche verano. Me gusta mucho el último Shakespeare, el de mirada amable, el comprensivo.

¿Le ha cambiado algo la vida el Premio Nacional de Literatura Dramática?

Ahora se empiezan a concretar más proyectos y mi trabajo tiene mayor visibilidad. El Premio Nacional es, sin duda, una buena carta de presentación, pero también aumenta la exigencia.

Usted es joven y es mujer. ¿Cuál de las dos cosas hace más difícil que la tomen en serio?

Siempre contesto lo mismo: lo de joven se arregla, lo de mujer no.

¿Qué canción escogería como autorretrato?

Llevo tatuadas en mi cadera las primeras notas del Aria 39 de la Pasión Según San Mateo de Bach. Esa pieza apela a la compasión. Me lo tatué para no olvidar el camino. Así que forma parte de mí más que ninguna otra. Pero una más gamberra y en la que también me reconozco es La mala reputación de Brassens.

Si no fuera dramaturga, ¿qué le gustaría ser?

No sólo soy dramaturga. Cumplo muchos roles dentro del teatro y también como docente, pero si no me dedicara al teatro… mi segunda pasión es la música. Me hubiera gustado ser compositora.

¿Cuál es su película favorita?

Esta es una pregunta muy difícil. Pero una que me acompaña desde la infancia es El resplandor, de Kubrick. De hecho hago referencia a ella en Canícula, una de mis obras.

¿Qué está socialmente sobrevalorado?

La adulación.

¿Qué encargo no aceptaría jamás?

Nunca escribiría por encargo un texto que atentara contra mis ideas de lo que es digno.

¿A qué dramaturgo le daría el premio Nobel de Literatura?

A Beckett, pero ya se lo dieron.

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