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Columna
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Modorra

Pocos cumplen el propósito de irse a la cama cuando les invade la somnolencia viendo la televisión

Juan Jesús Aznárez
Una pareja ve la televisión.
Una pareja ve la televisión.GETTY

La impresionante escena de gente roncando a campanilla batiente frente a una pantalla de televisión no debiera espantarnos pues es prueba fehaciente de que la condición humana tiende al incumplimiento del propósito de la enmienda. Uno de los empeños fallidos es acostarse cuando empieza el cabeceo, antes de que comiencen los codazos y se denuncie la interferencia de sonidos guturales parecidos al gruñido.

La posibilidad de grabar programas o rebobinar en los canales de pago hasta encontrar los apetecidos facilita el visionado de series, películas, documentales, basura y derivados que no hemos podido ver en su día por haber sido emitidos en horarios incompatibles con la jornada laboral o familiar. Los problemas entre padres e hijos, amigos, parejas o inquilinos comienzan después de cenar, durante la elección del programa almacenado en la despensa de grabaciones. “¡Siempre tenemos que ver lo que quieres tú!”.

La conciliación es posible cuando alguna de las partes renuncia a sus preferencias y se sumerge bufando en la tableta, el móvil y el cabreo. El resto pulsa el programa acordado y se acomoda. A ojo de buen cubero, alrededor de la hora sobreviene la modorra y alguien cierra los ojos, los abre y acaba bajando definitivamente la persiana. “No cambiéis de canal que lo estoy viendo”, farfulla el zombi. Poco a poco se suceden las bajas con la eventual resurrección de los traspuestos gracias a las inflexiones acústicas y gritos de las películas y concursos en emisión.

Pocos cumplen el propósito de irse a la cama cuando les invade la somnolencia aunque durante el desayuno deban enfrentarse a filmaciones caseras donde aparecen resoplando grotescamente abrazados a Morfeo.

La siesta frente a la pantalla es algo más serio, un bien de raigambre ibérica, que el populismo debiera incluir en su oferta programática con cargo a los presupuestos generales del Estado. La televisión es cooperadora necesaria en su desarrollo, que será más gozoso si se acompaña con documentales sobre fauna y flora.

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