No me quieras
En series como 'Please Like Me', 'Search Party' y la seminal 'Girls', la generación 'millennial' se muestra cáustica y consciente de sus contradicciones
Please Like Me (Quiéreme, por favor), nos espeta con provocadora ironía el título de la nueva comedia millennial que acaba de llegar al catálogo de Netflix. La generación adicta al "me gusta" de las redes sociales se muestra en sus relatos televisivos cáustica y consciente de sus propias contradicciones. Como ejemplo, el veinteañero protagonista de esta serie australiana, que apenas tiene tiempo de explorar su recién descubierta homosexualidad cuando se ve obligado a volver al hogar familiar. Debe quedarse a cargo de una madre con instintos suicidas. Su creador, Josh Thomas, se las arregla para que haya humor en vez de tragedia.
Como tantos otros, se mira en el espejo deformado de Lena Dunham, a punto de emitir los últimos capítulos de la seminal Girls. Con ella ha aprendido a disfrazar de banalidad y autosuficiencia una soterrada amargura. Le ocurre también a Dory, la neoyorquina de Search Party. Juega a ser el detective Colombo para escapar de la anodina existencia en la que vive, asfixiada por su círculo de amistades hipsters.
Todas estas propuestas desafían con la misma soltura los valores sociales más establecidos y la frivolidad de los cánones de belleza. Sin objetivos claros ni recursos sólidos, sus personajes son la máxima expresión de la modernidad líquida que definió el sociólogo Zygmunt Bauman. "Cada generación tiene su cuota de marginados. Sin embargo, no sucede a menudo que la difícil situación de ser marginado pueda extenderse hasta el punto de abrazar a toda una generación", decía de los jóvenes europeos el recientemente fallecido pensador polaco.
Sus palabras pueden extrapolarse a otras partes del mundo y a un sentido no solo económico. Las estadísticas recuerdan que no han sido los jóvenes quienes votaron el Brexit ni los que encumbraron a Trump. En la pequeña pantalla se muestran contestatarios y algo despectivos, a riesgo de resultar malcriados ante los ojos ajenos. También nos recuerdan que se mantienen a la espera, no sin cierto temor, de heredar el mundo, rodeados de expectativas incumplidas. Por eso, entre líneas, insinúan su anhelo por superar una abulia de la que quizá no son del todo responsables.
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