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escena internacional | moscú

Valiente protesta

El teatro Satiricón, uno de los grandes de Moscú, denuncia la homofobia con una cuestionada obra sobre la homosexualidad

Un momento de 'Todos los matices del celeste' en el teatro Satiricón de Moscú. En el centro Nikita Snolianínov, protagonista de la obra.
Un momento de 'Todos los matices del celeste' en el teatro Satiricón de Moscú. En el centro Nikita Snolianínov, protagonista de la obra.

El teatro Satiricón, uno de los más importantes de Moscú, ha dado que hablar en las últimas temporadas con la puesta en escena de su primer drama contemporáneo. La pieza, del dramaturgo Vladímir Záitsev, toca un tema candente desde hace ya bastante tiempo en Rusia: la homosexualidad.

El argumento de Todos los matices del celeste es simple. El protagonista, un adolescente, confiesa a sus padres que es gay. O, como dicen en Rusia, golubói, que significa celeste. Esta salida del armario desencadenará una terrible tragedia.

Como dice la crítica Yulia Savin­kóvskaya con motivo de la gira de Satiricón a San Petersburgo, cuando un influyente teatro moscovita pone una obra sobre el tema de la homosexualidad, el espectáculo se convierte en una declaración, en una acción noble. Y también en un acto valiente. Era predecible que despertara la furia de quienes se erigen en guardianes de la moral. Y así ocurrió. Durante la gira en la antigua capital imperial hubo dos falsos avisos de bomba que a punto estuvieron de hacer fracasar la gira del Satiricón.

La obra desnuda las fobias que se han apoderado de la sociedad actual

Konstantín Raikin, el director del teatro moscovita y también de la obra de Záitsev, explica que el alboroto que existe en Rusia en torno al tema de la homosexualidad le molesta porque puso esta pieza “no para generar escándalo”, sino para tocar temas que van más allá del sexo y que tienen que ver con la manera de sentir de otras personas.

“Al programar la obra yo pensaba en Mandelstam, en Brodsky, en Malévich; en resumen, en los que se diferencian de la uniformidad general, en aquellos que no podían sentir de otra manera de la que sentían y que no podían mentir sobre sus auténticos sentimientos”, señala Raikin.

La obra no es solo una valiente protesta contra los ataques homófobos, no solo muestra los problemas que tiene el joven en la sociedad rusa por su condición de gay, sino que también desnuda, como pone de manifiesto Savinkóvskaya, las fobias que se han apoderado de la sociedad actual e incluso de los mismos espectadores, al menos de parte de los que van a ver Todos los matices del celeste.

El espectáculo, que ha logrado sobrevivir a su primera temporada y va en la segunda, no está autorizado a todos los públicos. Para poder verlo hay que tener más de 21 años. Es una limitación impuesta por el propio autor, para evitar que se le pueda aplicar la llamada ley Mizúlina, que prohíbe la propaganda homosexual.

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