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Columna
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Teatrorrealidad

En 'Gran Hermano', el infierno son los otros. Más todavía si se es VIP y hay una infinidad de tuits a los que enfrentarse

Héctor Llanos Martínez

La puesta en escena de Gran Hermano tiene muchos más puntos en común con Sartre que con la novela de Orwell que le da nombre. Lo que ocurre entre esas tres paredes, porque la cuarta está definitivamente rota en la era de las redes sociales, es muy similar a lo que planteaba el francés en la obra de teatro A puerta cerrada.

En ellla, tres personajes se encuentran enclaustrados en una habitación que identifican como el infierno. Esperan castigo por sus actos en vida, pero pronto descubren que son ellos, en su convivencia obligada, los que van a torturarse los unos a los otros. Para el filósofo, el juicio ajeno configura en buena medida nuestra existencia. Es una idea nada optimista que, sin embargo, funciona en la pequeña pantalla.

Los concursantes/personajes de este reality se exponen cada segundo a la opinión de los demás. Lo hacen las nominaciones de sus compañeros de encierro y los votos de un público/lector casi omnisciente. El infierno son los otros. Más todavía si se es famoso y hay una infinidad de tuits a los que enfrentarse.

En la primera semana del 2017, GH VIP arrasó en audiencia social, con 170.000 comentarios en Twitter según la consultora Kantar Media. La cifra supera con creces a la del resto de contenidos televisivos de esos siete días. El programa no se entiende sin el escrutinio del que está al otro lado del telón, que escoge a través de una app el nuevo premio o castigo para los protagonistas de este encierro emitido las 24 horas en Internet.

Los seguidores no solo consumen, guardando todas las distancias, las ideas de Sartre. A juzgar por sus comentarios en redes, eligen a su ganador en función de las tres almas de Platón. Suelen valorar a quien se guía por la más baja de ellas: la concupiscible, aunque no lo expresen con palabras de sabio griego. También sienten cierta fascinación por el absurdo grotesco propio de Samuel Beckett. GH no es un experimento pero, a su manera, sí tiene mucho de sociológico.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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