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Columna
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Merluzos

La serie documental emitida por MTV aborda las estafas sentimentales ejecutadas por embaucadores que crean múltiples perfiles para seducir a individuos desorientados

Juan Jesús Aznárez
'Catfish'.
'Catfish'.

Catfish: mentiras en la Red cumple su quinta temporada y podrá llegar a las mil mientras el cerebro de los enamorados continúe segregando los neurotransmisores que les convierten en auténticos merluzos, incapaces de reconocer defecto alguno en la persona amada aunque peine dos cabezas. La serie documental emitida por MTV aborda las estafas sentimentales ejecutadas por embaucadores que crean múltiples perfiles para seducir a individuos desorientados, emocionalmente vulnerables. Los adolescentes en la edad del pavo están disculpados porque su sesera produce una química con múltiples y misteriosos puntos de cocción.

Como las relaciones amorosas del merluzo son virtuales y siempre sublimadas, su derrumbe anímico es cuestión de tiempo. La serie sigue viva por la profusión de pirañas al acecho, que rehúyen encontrarse con sus presas arguyendo mil excusas. Llegan a desquiciarlas. El ´noviazgo’ puede durar años o ser eterno si la ficción es de mutuo acuerdo. Conozco un caso en el que la comunicación telefónica, la sugestión verbal, fue gratificante en todos los terrenos. Mejor no conocerse. No vayas a ser que Romeo resulte ser un ballenato en chándal y Julieta, una arpía con bigudíes.

El ‘reality’ rastrea a los mentirosos y se topa con obesos acomplejados que roban información y fotos de Facebook y Twitter, con casadas aburridas, urbanitas amargados, y solitarios que dudan entre colgarse de una viga o de las redes sociales con señuelos de casanova. Vigente la pandemia de la incomunicación, el anonimato de la pantalla aporta al necesitado una sensación de acompañamiento en libertad.

No sirve el ojo avizor, porque durante la euforia del flechazo, el cerebro desactiva los mecanismos de alerta y ciega al enajenado, un zombi reacio a las advertencias de familiares y amigos. La serie no pretende sumergirse en los vericuetos del ser humano, en sus vacíos existenciales, pero como algunos pacientes de Catfish o de Alcorcón no escarmientan y siguen babeando con el charlatán de turno, más que razones necesitan un electroshock que funda los plomos. FIN

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